fil de vint
Enamorados
«Alberto Martínez y Carlos Mazón no son los únicos ilusionados por encabezar la lista del PP para la Alcaldía de Alicante»
No sé si el amor está en el aire, pero desde que lo «inventaron» los juglares en la Edad Media, es sin duda una de las fuerzas que mueve el mundo. Aunque los científicos se empeñen en explicarlo con algo tan poco romántico como reacciones químicas e impulsos eléctricos en el cerebro, convendrán conmigo en que el amor -y el desamor- están detrás de la mayoría de decisiones que tomamos en nuestras vidas. El amor a una persona, a una tierra, a unas ideas, a una forma de vida...
Eso es algo que ha entendido a la perfección, sin ir más lejos, la marca de moda en política, Podemos . Aunque el «amor» que intentan provocar en los votantes sea del tipo más pasional e impulsivo. ¿Pero qué si no es el amor? Los Ciudadanos de Albert Rivera -aunque sería justo reconocer que ahora, en la Comunidad, son ya los Ciudadanos de Carolina Punset-, también intentan «enamorar» a los valencianos, y aprovecharon el día de San Valentín que se celebraba ayer (y que llenó hasta la bandera los restaurantes más románticos, y los menos, de toda Valencia) para hacer campaña.
Más allá de los globos en forma de corazón, parece que entre Ciudadanos y los valencianos hay, como poco, buena sintonía, y pueden dar la sorpresa en las Cortes de la próxima legislatura para disgusto de UPyD. La formación magenta ha pasado de disfrutar del amor alocado de los primeros momentos al desamor amargo fruto del desengaño en tiempo récord. Y probablemente su corto «noviazgo» con Ciudadanos tiene mucho que ver en ello.
Otro «noviazgo» que se ha roto esta semana es el del alcalde de Benidorm, el socialista Agustín Navarro, con la liberal Gema Amor. Aunque en su caso era casi un matrimonio, y los divorcios siempre son traumáticos. El cariñoso beso en la mejilla con el que la expopular saludó la llegada de Navarro a la Alcaldía en 2011 (ante el pasmo de sus otrora compañeros del PP local) ha dado paso a los reproches. El alcalde, despechado, se queda en minoría y acosado por sus problemas con la Justicia -en abril volverá a declarar ante el juez por enchufar a medio centenar de militantes del PSOE, familiares y amigos de éstos-, mientras la pizpireta Amor (precisamente...) le da la patada y arranca su propia campaña electoral.
Mientras, el presidente del PP de Alicante, José Císcar, y los jóvenes de Nuevas Generaciones se lanzaban a la calle a proclamar que aman su provincia, y a pedir en las redes sociales que explicáramos por qué estamos enamorados de «la millor terreta del món». En mi caso, las razones no cabrían en este artículo, así que me conformaré con confesar que, al igual que Císcar, yo también amo a Alicante, como al resto de la Comunidad Valenciana.
Lo mismo le sucede a su nuevo alcalde, Miguel Valor, con quien publicamos una amplia entrevista . El alcalde se ha ilusionado tanto con la ciudad que le ha tocado gobernar y con todo lo que le queda por hacer, que no le importaría repetir como candidato el próximo mes de mayo. No obstante, parece que en la dirección nacional del PP en la calle Génova les enamora más otro tipo de perfil para convertirse en alcaldable. Así, a la vez que se van a producir desengaños en cadena (Carlos Castillo, Asunción Sánchez Zaplana, el propio Valor...), comenzarán a germinar también las ilusiones propias del enamoramiento: Carlos Mazón y Alberto Martínez atraviesan ahora, seguramente, esa fase. Pero, ojo, no son los únicos. Será un enamoramiento fugaz, porque no queda demasiado para deshojar la margarita. Al tiempo.
Y mientras, el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, espera que su amor sea correspondido, y suene por fin su teléfono para designarlo candidato. No creo que falte mucho.
dmartinezjorda@abc.es