en tercera persona

De rotondas, anzuelos y zapatos

javier molins

Zapatero a tus zapatos. Era la frase que le venía a la mente cada vez que circundaba la rotonda de los anzuelos situada en la salida sur de la ciudad de Valencia. La expresión provenía, como tantas otras, de la antigua Grecia y su autor era precisamente lo que le faltaba a esa rotonda, un artista. Cuenta Plinio el Viejo que el pintor Apeles solía exponer sus cuadros en público para escuchar escondido entre la multitud la reacción de los espectadores. En una ocasión, escuchó cómo un zapatero criticaba la forma de una sandalia en una de sus obras. Apeles corrigió el error apuntado por el zapatero y expuso de nuevo la obra. Volvió a pasar el zapatero y, en esa ocasión, comenzó a criticar otros aspectos que nada tenían que ver con el calzado, lo que provocó la airada reacción del pintor quien salió de entre el público para pronunciar la famosa frase que ahora todos utilizamos para decir que cada uno tiene que dedicarse a lo que sabe y conoce bien.

La pena fue que no hubiera en Valencia un Apeles que le dijera al supuesto ingeniero de caminos que diseñó esos horrendos anzuelos que se dedicara a las carreteras y que dejara para los artistas las obras de arte. El ingeniero jugó a ser artista y así fue como engendró esa obra que, a pesar de que el Consell Valencià de Cultura ha solicitado el nombre del autor de la misma, la constructora se niega a desvelar.

El problema de fondo residía en que el batiburrillo legal y competencial de este país provocaba que unas esculturas públicas fueran responsabilidad del Ministerio de Fomento (el by pass estaba plagado de ellas), otras del de Cultura, otras de la Generalitat, otras del Ayuntamiento y otras de las constructoras que las habían donado a la ciudad. Eso sí, que el zapatero se decicara a sus zapatos tampoco era garantía de que las cosas salieran bien. Tan solo había que observar la rotonda del lado opuesto de la ciudad, la salida norte, en la que algún ingeniero también se había quedado a gusto al erigir una inútil torre mirador de difícil acceso peatonal y cerrada al público. Un despilfarro de otro Zapatero, en este caso presidente del Gobierno, en la que hasta los coches se caían a la fuente que un día diseñó un ingeniero creativo.

De rotondas, anzuelos y zapatos

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