EN TERCERA PERSONA

De hornos y librerías

«Uno podía olvidar muchas cosas de cuando era niño pero siempre recordaba el olor de esas magdalenas...»

JAVIER y MOLINS

Todos los hornos tenían algo de nuestra infancia. Uno podía olvidar muchas cosas de cuando era niño pero siempre recordaba el olor de esas magdalenas, la esponjosa textura de esos panes quemados o el color rojo del envoltorio de unas chocolatinas llamadas «lingotín» con las que se acompañaban dichos manjares. En su caso, ese paraíso se llamaba el horno Adsuara que estaba situado en la avenida Rey Don Jaime de Castellón. Era la parada obligada de camino a las Escuelas Pías. El lugar de avituallamiento para poder disponer luego de energía con la que recargar las pilas. Desconocía si por aquel entonces ya existían las grasas saturadas y toda esa obsesión por la alimentación pero a él esos bollos le sabían a gloria. Luego llegó lo que ahora llamamos la bollería industrial encarnada en los «donuts» y los «bollycaos», a los que se pasaron la mayoría de sus compañeros de clase, pero a él nunca le gustaron. Se quedaba con sus magdalenas y «valencianas» que cuanto más recién hechas estuvieran, mejor sabor tenían.

Hoy en día, cuando aún pasaba por uno de esos hornos, en los que se vendían pasteles de nombres tan extravagantes como tetillas de monja o pelotas de fraile, se sentía transportado a su infancia. A esa auténtica patria que diría Rilke.

Pero si los hornos constituían un viaje a la infancia, las librerías eran como las iglesias para los creyentes, un lugar donde refugiarse y sentirse como en casa. Cada vez que viajaba, siempre visitaba las librerías de las diversas ciudades por las que pasaba y ahí encontraba cosas que no dejaban nunca de sorprenderle. En una ocasión, buceando por las estanterías de la librería «El péndulo» de México DF se topó con un lomo amarillo que le resultó familiar y en el que pudo leer el nombre del artista Markus Lüpertz junto al logotipo del IVAM. Y es que había un tiempo en que, cuando el IVAM era un museo de prestigio, uno podía encontrar sus publicaciones en las librerías de todo el mundo y sentirse orgulloso de ser valenciano. Qué tiempos aquellos en que las cosas eran de otra manera.

www.javiermolins.com

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