cultura

El encanto perdido del comercio

Carena Editors reúne en un libro material gráfico y datos poco conocidos de tiendas históricas de Valencia

El encanto perdido del comercio

m. moreira

Con la desaparición de los comercios tradicionales, las ciudades se homogeneizan, desdibujando de algún modo su personalidad. El antiguo paisaje urbano de rótulos variopintos va dando paso a franquicias y logos ubicuos.

Desde la estructura arquitectónica hasta su decoración interior, estas pequeñas tiendas en peligro de extinción nos dicen mucho de nuestro pasado. Cómo éramos, qué comprábamos, qué sentido estético regía nuestros gustos. Hubo un tiempo -antes de la eclosión de las grandes cadenas comerciales- en que Valencia era una ciudad colorista, artesana y menestral. Los tenderos despachaban en locales situados justo debajo de su casa, y la fachada de cada comercio era diferente de la de sus competidores. Hoy, aunque la mayoría de estos establecimientos han desaparecido, todavía algunos mantienen sus puertas abiertas al público. Se erigen como tenaces ejemplos de supervivencia en un contexto mucho menos hostil para las grandes superficies que para ellos.

Conscientes de la importancia de este legado, y de la necesidad de preservarlo del olvido, los historiadores Gumersindo Fernández Serrano y Enrique Ibáñez López han compilado el pasado y el presente de los comercios históricos de la capital del Turia en un volumen de 360 páginas que acaba de publicar la editorial Carena. Curiosos ultramarinos como El niño Llorón; farmacias de solera modernista como Colomer; imprentas con máquinas tipográficas como Vila; establecimientos típicamente gremiales, como las cesterías de la calle Músico Peydró, las tiendas de guantes o las de indumentaria valenciana. Fruto de su investigación, podemos conocer también los pormenores de la fundación del restaurante La Pepica en La Malvarrosa (un emblema de la paella valenciana), o de la bodega Casa Montaña del Canyamelar, que todavía conserva el encanto estético de mediados del siglo XIX.

Diseños artesanales

El libro no solo contrapone fotografías antiguas y contemporáneas, sino que aporta interesantes documentos, como etiquetas, tarjetas comerciales y publicitarias. Son piezas de diseño e impresión analógica que nos remiten a la época dorada de la tipografía tradicional en España.

Algunos de estos comercios han desaparecido al ser incapaces de competir con las grandes superficies, pero en otros casos lo hicieron debido al irrefrenable y lógico progreso tecnológico. Es el caso de la destilería Paluzié (fabricante del anís «El Lorito») o los ultramarinos La Aragonesa, de Joaquín Ros. Ubicada originalmente en la calle del Mar, este establecimiento estaba especializado en el tueste manual de café, utilizando una máquina accionada con manilla. La industrialización del proceso de tueste hizo innecesario recurrir a este tipo de tiendas.

El encanto perdido del comercio

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