Cálculo electoral

Que la Comunidad Valenciana es feudo electoral clave para las elecciones generales es algo que, salvo para Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda, no escapa a nadie. La suerte del futuro presidente del Gobierno de España, con coleta o no, pasará de manera irremediable por las urnas valencianas.

Es la razón por la que Pedro Sánchez eligió, para gran enfado de la familia popular, la ciudad de Valencia para escenificar el gran pacto socialista contra la corrupción política.

No servía la sede de Ferraz, mejor la imagen con las Torres de Serrano al fondo debieron pensar los estrategas socialistas, olvidando supongo, que también por aquí algunos hombres de la rosa, gozan igualmente, de la consideración de imputados caso de Agustín Navarro alcalde de Benidorm, o de procesados, situación en la que vive el exalcalde de Gandía y actual «número 3» del PSPV, José Manuel Orengo.

Mientras tanto, y en este sin sentido en el que se está convirtiendo la vida política española, en la que raro es el día en el que no asistimos a un nuevo caso de corrupción, alguien puede empezar a ganar rédito público, Alberto Fabra. El jefe del Consell ha recibido ‘cera’ por todos lados debido a su política de línea roja, ha tenido que soportar críticas internas, algo más que duras, por destituir a altos cargos a las primeras de cambio tras una imputación. Y sin embargo, ahora ve como de repente, y ante la que hay montada, la opinión pública y sobre todo sus «compañeros de profesión» empiezan a aliarse con su forma de actuar ante este tipo de situaciones. Contrasta, por ejemplo con las palabras de Dolores de Cospedal al afirmar que su partido ya ha hecho todo lo que podía hacer ante una situación como la actual.