cultura
Leyendas urbanas de Valencia
Un paseo por las historias más curiosas de la ciudad que han pasado a ser mitos
Un paseo por las historias más curiosas de la ciudad que han pasado a ser mitos
1
El dragón del Patriarca
Cuenta la leyenda que un caimán habitaba en el cauce del río Turia y atemorizaba a las gentes que se acercaban a pasear por la orilla. Algunos relatos, incluso lo convertían en un feroz dragón de inmensas proporciones.
Parecía que nadie podía hacerle frente, hasta que un valeroso joven se enfrentó al temible cocodrilo ataviado con una armadura cubierta de espejos. El animal, deslumbrado por su luminosidad, se quedó inmovilizado, por lo que lo mató de un golpe certero.
Desde entonces, el feroz caimán disecado da la bienvenida a aquellos que visitan el vestíbulo de la Iglesia del Colegio del Patriarca, en pleno centro de la ciudad.
La realidad, según explica el escritor e investigador Rafael Solaz, es que se trata de un caimán regalado al Patriarca Juan de Ribera (1532-1611) por el Virrey del Perú.
2
El barbero diabólico de la calle de los cerrajeros
Una especie de Sweeney Todd (un barbero que mató con su navaja a decenas de clientes en el Londres Victoriano del siglo XIX mientras su compinche, una panadera, hacía pasteles con la carne de los asesinados) parece que también habitaba en Valencia.
De hecho, hasta hay un registro documental del «barbero diabólico de la calle Manyans», en propiedad del bibliófilo Rafael Solaz. Se trata de un dietario del cronista Pau Carsí y Gil en el que consta esta historia.
Según este manuscrito, a mitad de calle de Cerrajeros existía una barbería en el siglo XIX a la que, en ocasiones, entraban forasteros a cortarse la barba y ya no salían. Carsí apuntaba en sus escritos que «esto es un caso verdadero». Aun así, Solaz señala que estamos hablando de principios del siglo XIX, por lo que resulta muy difícil reafirmar la noticia, aunque al menos existe una prueba documental de un testigo ocular de aquellos tiempos.
3
El «pardalot» de Sant Joan
En tiempos antiguos, se decía que los niños que venían a Valencia con sus padres procedentes de otros lugares acudían a la Real Parroquia de los Santos Juanes, también conocida como Iglesia de San Juan del Mercado (situada frente a la Lonja). Sobre ella se encontraba el «pardalot» de Sant Joan.
Como eran pobres de solemnidad, una vez allí, el propio padre les decía: «Mira el gran pájaro que está en la veleta y verás cómo en su pico puede aparecer oro». El pequeño, embelesado, miraba hacia lo alto y su progenitor aprovechaba para abandonarlo, dejándolo a su suerte.
Casi siempre era recogido por alguna institución o adoptado por alguna familia comerciante del Mercado, quien lo tenía como hijo propio y también como aprendiz del negocio. Blasco Ibáñez utilizó la leyenda en su obra «Arroz y Tartana». Como indica Rafael Solaz, puede que hubiera algún caso, pero la historia no deja de ser más que una fantasía romántica.
4
Las 300 doncellas
Sobre la puerta románica del Palau de la Catedral de Valencia, la más antigua del conjunto monumental, quedó labrada parte de la historia de los primeros vecinos de la ciudad. En el alero superior figuran unas pequeñas cabezas esculpidas en piedra. Según cuenta la leyenda, representan a las siete parejas que, procedentes de Lleida, se encargaron de llevar a Valencia por orden a Jaume I 300 doncellas para desposarlas con los repobladores.
«Sea o no cierta esta historia la verdad es que algo se tuvo que hacer para que los hombres que vinieron formando parte del ejército cristiano se unieran a mujeres y tuvieran descendencia», explica el investigador Rafael Solaz.
De esta posibilidad se hizo eco el historiador Pere Antoni Beuter (1490-1554) en su libro «Segunda parte de la Crónica General de España» fechado en 1551, en el que explica que, en realidad, las cabezas y probablemente representen a los donantes o bienhechores que contribuyeron con sus donativos a la construcción de esta portada, aunque nada está demostrado.
Lo cierto es que estos catorce rostros tuvieron una importancia simbólica en la memoria colectiva de los valencianos.
5
Los leones del Jardín de Monforte
Mas que una leyenda es una anécdota. En los Jardines de Monforte, uno de los lugares más románticos de Valencia, hay dos leones que permanecen formando parte del conjunto de esculturas que adornan este bello jardín del siglo XIX.
Fueron esculpidos por el artista José Bellver para la escalinata del Congreso de los Diputados en Madrid. Al parecer, se elaboraron con un material muy pobre y, a causa de las condiciones meteorológicas y de que su reducido tamaño no era el ideal, se vieron forzados a hacer una nueva pareja.
El señor de Monforte se enteró de la noticia del cambio y decidó comprarlos para traerlos a Valencia, donde desde la década de 1850 se encuentran en estos Jardines.