Montoro dijo sí, y seguro que más de uno en el Gobierno valenciano respiró aliviado. Aún así, la reunión que nuestro superministro de cabecera mantendrá con empresarios y gobierno valenciano, llega tarde y mal, no sólo en el tiempo sino también en las formas. Que lo hace a destiempo es obvio, ya que se llevará a cabo, cuando el debate de presupuestos esté finiquitado en las Cortes Generales. Y llega mal, porque Montoro ha sometido a un desgaste público al ejecutivo autonómico, tan innecesario como poco inteligente, no sólo para los intereses del Consell sino también del propio gobierno central. Pero el encuentro se producirá y, además de inversiones, será el momento de exigir al ministro alguna solución para que la Comunidad deje de estar maltratada en materia de financiación. Soy de los que piensa que las «ayudas» del FLA que periódicamente se inyectan en las arcas de la Generalitat, de ayudas tienen bastante menos de lo parece.
Pero mientras los empresarios y el Consell afilan sus garras con la vista puesta en noviembre (espero confrontación dura), quizá haya que empezar a pensar que «algo» puede estar cambiando en la actitud pública del Gobierno de Rajoy para con la Comunidad. Que en una misma semana se escenifique una reunión con la ministra de Fomento, y un día después Cristóbal Montoro dé a torcer su brazo público, no lo atribuyo al terreno de las casualidades. Sólo espero que de la reunión se pueda salir con compromisos más contundentes de los que quedaron reflejados en el encuentro el pasado martes con Fomento. Volver con un botín que se reduce a que se cumplirán plazos previamente fijados en el Corredor o AVE regional, me parece renta exigua para como están las cosas. La política son gestos y el Consell los necesita, pero la Comunidad Valenciana todavía más.