corazón de león
León y Castilla
El acueducto de la ciudad leonesa de Segovia es un monumento reconocido como «Patrimonio de la Humanidad». La catedral leonesa de Burgos es una de las obras cumbres del gótico español, sólo comparable a la de León. El escritor leonés Miguel Delibes será recordado por novelas como «Las ratas», «El camino», «Cinco horas con Mario» o «El hereje», esa última obra en la que rendía un homenaje a su Valladolid natal. El equipo leonés del Numancia derrotó ayer en su estadio soriano a los leoneses del Mirandés burgalés . Y, ya puestos, el pasado mes de marzo se cumplieron quinientos años del nacimiento de la leonesa Teresa Sánchez de Cepeda y Ahumada , más conocida como Santa Teresa de Jesús o Teresa de Ávila.
Lo escrito en el párrafo precedente puede parecer, como poco, una majadería. Y lo es, además de una demostración de analfabetismo, pues ni el acueducto segoviano es leonés ni Santa Teresa y demás ejemplos son leoneses; son de sus respectivos pueblos o ciudades de Castilla, que no de León, pues a saber qué pinta León por tierras sorianas, abulenses o segovianas . Por ejemplo. Pero tal majadería, por no decir gilipollez (término ya acuñado por la «modelna» Real Academia Española) sería hoy el pan nuestro de los periodistas ignaros que pululan por prensa, radios y teles si cuando el invento de las autonomías el leonés Martín Villa hubiera conseguido, además de la «i griega», el nombre de León y Castilla y no el de Castilla y León, que es el que triunfó y pervive.
Este asunto viene a cuento de que la defensora del lector de un importante periódico español se hacía eco la pasada semana de las quejas de ciudadanos leoneses por quitarles su identidad y convertirlos en castellanos en diversas informaciones. Nada nuevo bajo el sol. Hartos están en Ponferrada de que cuando se transmite un partido de la Ponferradina los locutores se refieran al equipo castellano, ya no berciano, ni siquiera leonés. Por Astorga, más de lo mismo, pues cuando ha ocurrido la tragedia de la peregrina americana, los periodistas denominados de «investigación» hablaban de la ciudad castellana. Y con la capital leonesa, más de lo mismo: «León acoge una de las mejores catedrales de Castilla» , titulaba hace unos días una publicación dedicada al turismo. Y, así, cientos de ejemplos de la ignorancia, que no confusión, de tanto periodista-tertuliano que ni ha estudiado el alfabeto ni el significado de la «y» que une, a la vez que distingue.
En estos tiempos de nacionalismos, provincianismo, localismos y ombliguismos, bueno es reconocer que entre Castilla y León, o entre León y Castilla, pese a sus «domésticas» fricciones, se mantiene vivo el matrimonio que la Transición bendijo. Pero como en todo matrimonio, cada cual se merece su espacio, y más si está unido por una i griega; o sea: tú eres castellano y yo soy leonés. Y tan amigos.
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