La trinchera berciana

Cada día se acude más a los términos belicistas en esto del discurso político. Mala señal. Ello indica posturas enconadas, nada dialogantes, y cómo no, métodos expeditivos que alejan la convivencia pacífica que debe presidir la vida de los ciudadanos. Mucha culpa de ello la tienen las fuerzas emergentes, Ciudadanos y Podemos, a los que todo les vale con tal de desplazar de los órganos públicos a los partidos, digamos clásicos, Partido Popular y PSOE.

Lo de la regeneración está muy bien en todos los órdenes de la vida. En política suele utilizarse como mensaje electoral pendular y cíclico. Esperemos que la regeneración o cambio de ciclo que se avecina no arrase con las cosas buenas del sistema, que las hay, como vivir en paz y el sano debate en libertad.

Y mientras en Madrid, unos se presentan como los serios y moderados que pararon la crisis económica, otros insisten en hacer de España un Estado anticatólico, cuando eso no es precisamente lo que quita el sueño a las familias. En el Bierzo, ya saben, la quinta provincia gallega o décima castellano y leonesa, siempre en tono jocoso pero con cierta realidad, el trajín político ha llegado a convertirse en una guerra de trincheras. El PP, con las principales instituciones a su cargo, intentando tirar del carro. El Ministro Soria es literalmente odiado por todos los bercianos, no sólo por su nula política para atenuar el declive minero, sino por su actitud durante los cuatro años de legislatura. La Ciudad de la Energía, heredada de ZP, al menos subsiste con cierta dignidad a pesar de depender el personaje en cuestión.

No. No se lo ponen fáciles los mandamases del PP a sus compañeros bercianos. Toca hacer listas. Ya no sirven cuneros, ni grandes nombres. Se quiere gente de la zona comprometida, que viva, sufra y respire en la misma trinchera, no venidos del Cuartel General.