educación
Gradua2: los pilares del éxito
Profesores que repetirían «con los ojos cerrados», padres que sienten que les ha tocado «la lotería» y alumnos que ven cómo su esfuerzo les reconcilia con el sistema educativo. Las claves contra el fracaso
Rodrigo dejó el instituto porque «se aburría» y «se negaba a perder más el tiempo». Reconoce que su paso por las aulas se limitaba a «estar sentado seis horas con demasiada gente» y que no le gustaba, así que después de repetir tercero de la ESO «se negó» a hacerlo cuarto. Estaba en casa pensando en matricularse en un curso de carpintería cuando la directora de su anterior centro le llamó para ofrecerle Gradua2, con residencia y manutención a cargo de Educación. Su madre, Susana, pensó que era una «película de indios», pero cuando confirmó la información tuvo claro que quería que su hijo se apuntara -«aunque me costara algo de dinero», dice- porque «sin título de ESO no puede ir a ningún lado». Tampoco le gustaba la opción de que se pasara a la Formación Profesional Inicial. «Acaba allí lo mejor de cada casa y si se mezcla con gente así puede acabar siendo ‘malo’», explica la madre de Rodrigo, que a estas alturas, con su hijo graduado y cursando un grado medio de electricidad, tiene claro que le ha tocado la «lotería». «Ha madurado, ha aprendido a desenvolverse solo y ha hecho nuevas amistades», asegura, encantada con el profesorado y los responsables de la Residencia Alfonso IX de Zamora , donde Rodrigo, como todos los desplazados, ha vivido los seis meses del programa. Cree que esta oportunidad abre un nuevo camino para él. «Es muy vago», reconoce, al tiempo que explica su actitud en esa edad complicada en la que «los chavales se ponen muy tontines» y entona el mea culpa: «Todo les da igual porque no les falta de nada. No luchan por nada ni tienen ilusión por nada». Esta vez ha escogido él y tiene de margen hasta Navidad para demostrar que se ha centrado y el esfuerzo de su familia para que estudie en Salamanca merece la pena. Susana se escucha a sí misma una y otra vez -«si no estudias trabajarás mucho y vivirás mal»- y recuerda cómo de pequeño le llevaba a todas las actividades -«luego crecen...»-.
Rodrigo está ilusionado. Asegura que sólo la disciplina del programa ha hecho posible que aprobara. Los controles de asistencia, de las horas de estudio, las tutorías, los deberes, las clases casi personalizadas para siete alumnos... Nada de «pirarse» o «desconectar». Ahora, un mes después de comenzar el curso en FP, está encantado porque tiene mucha «práctica». «No soy de letras», confiesa justificando que no le ve mucha utilidad a Lengua ni Sociales. Su profesor de Matemáticas en Gradua2 consiguió que la asignatura le gustara. «Me encantaban sus ejercicios, no veía momento de parar y ahora me vienen muy bien».
Ese profesor de Matemáticas es Francisco José Ruiz . Ha vivido una experiencia laboral «incomparable», aunque matiza que el éxito no es «tan tan» complicado. «Los alumnos verdaderamente difíciles no llegan a 4º de la ESO». No se cansa de explicar que casi todos arrastran circunstancias que explican el abandono ni de apuntar que todo cambia cuando se ven en casa sin estudios ni trabajo. «En su vida habían estudiado tanto», advierte a toro pasado. Ruiz ha dado sus clases en Zamora. Allí el régimen de internado ha «facilitado» la concentración, porque, a su juicio, uno de los principales problemas que tienen que hacer frente es la maduración retrasada de muchos de estos jóvenes. «Son niños y lo ideal sería que no llegaran hasta aquí, que recibieran los apoyos antes». Muchos compañeros han tenido que reconocer el «milagro». «No me lo creo», le han llegado a decir al comprobar cambio de algún perfil de «terrorista estudiantil a una persona normal que hasta te dice hola». Conseguirlo tampoco ha sido fácil. Clases y clases, y mucha mano izquierda, porque la mayoría viene de una «vida dura». «Hay que saber reñirlos», apunta con mucha paciencia, recordando que los chavales llegaron con la autoestima «por los suelos» y el «yo no sé» como respuesta a todo. La evolución ha sido impresionante. «He trabajado mucho, pero he recibido más; me encantaría repetir la experiencia». Su propuesta, que el programa se dé a conocer más.