«Un puntín cabreado»

Los paños calientes que los pongan otros. El presidente de Castilla y León tiene la suficiente solera y experiencia como para poder decirle a los suyos y, en especial, al Gobierno central lo que piensa, aunque eso duela. Incluso aunque no parezca que sea el mejor momento, dada la cercanía de las elecciones generales y el debate abierto sobre si Mariano Rajoy es el candidato idóneo del PP.

Herrera critica y Moncloa se enfada. Ésa fue la tónica habitual de la pasada legislatura y parece que así seguirá siéndolo si los dos Ministerios en el punto de mira de Castilla y León no hacen nada para remediarlo. Y es que algunos comentarios del presidente de la Junta, impropios de un barón autonómico (casi el único que le queda al PP con poder), transmiten un enfado mayúsculo con Soria y Montoro. Malestar que, por extensión, también abarca al presidente nacional.

La presentación (casi disección) de los Presupuestos de Castilla y León para 2016 se quedó ayer en un segundo plano cuando Herrera atizó a los suyos sin contemplaciones. «Estoy un puntín cabreado», dijo a los periodistas entre perla y perla sobre los ministros, a los que acusó entre líneas de desleales. Los cambios de criterio contable del ministro de Hacienda, sumados a los corsés sobre el déficit y la deuda, son los principales obstáculos que se ha encontrado la Junta para elaborar sus propias cuentas y los que en definitiva impiden que las partidas crezcan en consonancia con el actual escenario de recuperación. Sin embargo, fue el ministro de Industria el que se llevó el varapalo más sonado. Esta vez no se pidió su dimisión, pero poco faltó ante su insensibilidad con la minería. Herrera sabe que está sólo, quizá desde ayer un poquito más, pero no se doblega. Vuelve a la escena nacional pisando callos, pero orgulloso de tener razones para decir lo que dice. Y para presentar unos Presupuestos que, a pesar de los palos en la rueda, tienen olor, por primera vez en siete años, a salida cierta de la crisis.