punto de vista
Incomprensible
La fecha definitiva para la celebración de las elecciones generales ha puesto a todos los partidos en guardia ante una cita trascendental. Todos se la juegan en la convocatoria del 20 de diciembre, en la que Castilla y León, con sus nueve provincias, aporta un numeroso grupo de 33 diputados y 38 senadores que serán decisivos para la configuración de las mayorías a las que aspiran los partidos. Se la juega especialmente el PP, que en la presente legislatura cuenta con 21 diputados, una cifra que difícilmente van a poder repetir, porque el desgaste de la gestión de la crisis y la fragmentación del voto dará segura entrada a los partidos emergentes. Tampoco el PSOE parece que vaya a poder mantener sus 11 escaños. La gran incógnita es que pasará con Ciudadanos y Podemos, que seguro que van a tener presencia en el Congreso y para ello tienen puestas sus expectativas en plazas como Valladolid, Salamanca, Burgos, León y Zamora.
Ciudadanos es la fuerza a la que todos siguen porque parece, a priori, que puede ser la bisagra moderada en el futuro Congreso de los Diputados. Por eso no se entiende que en nuestra Comunidad no haya cerrado el caso del concejal del Ayuntamiento de Valladolid Jesús Presencio, para el que todavía no hay una solución definitiva pese al desgaste que les está generando.
Cada partido tiene sus normas y sus tiempos, pero no es de recibo que quién hace de la ética la base de su actuación política mantenga en sus filas a un concejal condenado por un delito contra la seguridad vial ya sentenciado. Tener que esperar a que venga a Valladolid el número dos de la formación para zanjar un asunto tan evidente demuestra la escasa o nula confianza en las organizaciones periféricas y apunta a una formación de diseño en la que todo tiene que estar perfectamente guionado. No es este el viento fresco que se espera de la política y con estas y otras acciones, las fuerzas emergentes quiebran su principal y único activo hasta el momento: la confianza.