Punto de vista
Paja en el ojo ajeno...
En pleno balance de los 100 días de constitución de los nuevos ayuntamientos, hemos podido comprobar lo que ya sabíamos, que los cambios no han hundido nada y que los grupos que han pasado al poder ya han comprobado que es muy distinto tener responsabilidades de mando que estar en la oposición. Las instituciones siguen su vida, marcadas en estos primeros pasos por un ambiente un tanto extraño que condicionan agentes externos, como las elecciones en Cataluña el próximo domingo y las generales de diciembre. Sin duda imponen una actuación más limitada y controlada, que evite daños colaterales y afecte a los distintos partidos ante las inminentes elecciones.
Las fuerzas políticas emergentes son objeto de especial atención, porque fueron ellas las que propugnaron un tiempo político nuevo, alejado de los planteamientos viciados que achacaban a los partidos tradicionales. Sin embargo, han bastado poco más de tres meses para comprobar lo decepcionante de sus actuaciones. Sin duda Valladolid ha sido la piedra de toque, porque Podemos y sus fuerzas afines ya han reñido y la buena sintonía ha saltado por los aires, y Ciudadanos ha sido incapaz de solucionar un problema de ética, que afecta nada más y nada menos que al que fuera su portavoz en el Ayuntamiento, condenado por un delito contra seguridad vial por alcoholemia, y que todavía permanece en las filas de la formación. Al final, lo que comprobamos es lo real que es aquello de ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio. La realidad se impone y lo dramático es que estas fuerzas adolecen de los mismos defectos que critican a los partidos clásicos, con la diferencia de que estos tienen larga trayectoria en la democracia y ellos acaban de llegar. Con estos precedentes, no es de extrañar que los ciudadanos sufran decepción tras decepción y acaben por dar crédito a quienes tienen más experiencia y están más organizados.