Los economistas avalan la aceleración del PIB y su efecto sobre la reducción del paro

Aunque siempre existe el temor «a la miopía política que no aprende de los errores», los expertos castellano y leoneses en economía consultados por ABC confirman las predicciones apuntadas en los últimos meses por distintos institutos y consideran que «es perfectamente posible» que Castilla y León acelere su crecimiento este año «por encima incluso» del tres por ciento. Pese a las «incertidumbres y consecuencias» que pueden suponer tanto la situación de Grecia como «la geográficamente más lejana» crisis bursátil china que apunta Miguel Carrera, profesor titular de Economía Aplicada de la Universidad de Salamanca, tanto él como el catedrático de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad de Valladolid, Zenón Jiménez Ridruejo, y el vicedecano del Colegio de Economistas de Burgos, Carlos Alonso de Linaje, auguran «efectos positivos» para la economía regional.

Con matices, porque puede haber decisiones equivocadas, coinciden en que el empleo será el más beneficiado de este crecimiento. Así, De Linaje señala que la intensidad de la mejoría dependerá de qué sectores crezcan al recordar que los servicios son «más intensivos en personas» que el industrial o el agrícola, al tiempo que considera que para que la tasa de desempleo se reduzca de forma sustancial es necesario que «mejore el consumo de los hogares». Además de compartir argumento en cuanto al peso de los sectores, Jiménez Ridruejo alerta de que también son importantes «las condiciones de la contratación laboral» y la evolución de la población activa, que en este caso «es mucho más débil en la Comunidad que en el conjunto del país». Mientras, Carrera recalca que la Comunidad «no parte de una situación tan mala como otras autonomías situadas más al sur».

Además del descenso del paro, desde el Colegio de Economistas de Burgos prevén «un incremento de la riqueza y su reparto , una mejora en la recaudación de impuestos que garanticen los servicios públicos, la atracción de inversión exterior, el descenso de la tasa de morosidad y la mejora de la renta libre disponible de las familias», entre «otras muchas» consecuencias positivas del crecimiento del PIB.

Desde la Universidad de Valladolid, Jiménez Ridruejo apunta además hacia una «recuperación relativa» de los salarios , aunque considera que la «nueva normativa laboral y la competencia internacional» puede condicionar estos efectos «limitando la creación de empleo indefinido». Menos peros aporta el experto de la Universidad de Salamanca, quien habla incluso del paso de «un círculo vicioso a otro virtuoso» de la economía que sea «similar al del principio del milenio pero sin el protagonismo de la construcción».

Más precaución tienen a la hora de señalar si los cambios positivos llegarán a cada ciudadano porque, según apunta Carlos Alonso de Linaje, «el drama del desempleo y la insolvencia siempre tiene nombres y apellidos», por lo que «cuando hablamos de mejora de forma genérica corremos el riesgo de la autocomplacencia». Pese a todo, considera «evidente» que la situación actual «es mejor que la precedente» y « en un tiempo más o menos corto debe haber frutos visibles para la mayoría de la sociedad», aunque el objetivo debe ser alcanzar cuanto antes «tasas de desempleo compatibles con la dignidad social».

Respecto a este punto, Ridruejo insiste en que el incremento previsto de las rentas del capital «lleve aparejado un aumento del ritmo de crecimiento de la inversión y del empleo. De no ser así, las tensiones sociales y el estancamiento de la demanda podrían limitar el crecimiento». Mientras, para el profesor de la Usal «la mejora se va a notar, pero eso no significa que llegue a todos porque eso no ocurre de forma automática».