Un sí sin paliativos

uN mes, justo un mes de reflexión personal y política. Y en estos 30 largos días han pasado, políticamente hablando, demasiadas cosas en una Comunidad caracterizada por la tranquilidad. Juan Vicente Herrera ha dicho sí y, tal y como anuncio, lo ha hecho tras asegurarse un pacto por la gobernabilidad en Castilla y León con Ciudadanos, al que pudiera sumarse la Unión del Pueblo Leonés. Pero hasta llegar a este punto, hay que reconocer que nadie entendía demasiado el silencio y la tardanza del presidente de la Junta en funciones en anunciar su futuro. Cada día que pasaba la perplejidad de propios y extraños iba en aumento. Pero tras el calentón y el ofuscamiento por el resultado del 24 de mayo, Herrera ha pasado de escucharse a si mismo a entender lo que le ha pedido la mayoría de los ciudadanos: gobernar tras haber logrado el mayor respaldo del Partido Popular en toda España. Los populares respiran tranquilos y la oposición empieza ya a temblar. La experiencia de Herrera choca frontalmente con la bisoñez del resto de portavoces de PSOE, Podemos, Ciudadanos, IU y UPL. Es cierto que Herrera no lo va a tener fácil, -cambian las formas, el tono y hasta el lenguaje-, pero tampoco el resto de grupos parlamentarios, que tendran enfrente a un político con casi 20 años de bagaje parlamentario a sus espaldas. De nuevo, la responsabilidad es lo que más ha pesado en la balanza de un presidente que siempre ha tenido más en cuenta a sus conciudadanos que a su propio partido. Quizá los ánimos y la fuerza con la que encara la que va a ser, sin duda alguna, la legislatura más dura de toda su carrera política, no sean los mismos de los primeros años; pero en su pasión por Castilla y León está la clave de la decisión que anunció ayer, día de su Santo, y por la que hay que felicitarle por partida doble.