al pairo
Herrera: rebelión o rendición
Con los datos en la mano resulta bastante difícil entender por qué Rajoy ha aupado al presidente de la Diputación de Zamora al número 3 de su formación. Martínez-Maillo es, desde hace mucho tiempo, un verso suelto entre los populares castellano y leoneses. Tan suelto que en más de una ocasión no ha dudado en echarle un pulso al mismísimo Herrera en sus decisiones o en su valoración de las directrices políticas que Madrid ha querido imponer en esta tierra. Para colmo, la suya tampoco ha sido una historia de éxito en las pasadas elecciones. Como la mayoría también ha perdido la mayoría. Con un agravante: sus apuestas, además, han sido un rotundo fracaso, si no el más rotundo, a tenor de lo sucedido en la capital zamorana. Por tanto, es difícil pensar que el premio lo sea a su «savoir faire» o a su buen olfato (el suyo más bien parece el de un viejo perro de caza). Pero sea como fuere, ahí está el hecho, y a Rajoy poco parece haberle importado que su flamante número 3 pueda ser fotografiado en breve a la puerta de un juzgado.
Por su parte, Herrera parecía estar esperando a confirmar si el cambio de gobierno que auguraba un fortalecimiento del ministro Soria le serviría como mayor excusa para cortarse la coleta y echar a los medios a algún -o alguna- sobresaliente. Lo de Soria está aún por confirmarse, pero de ser, al margen de otras lecturas e interlineados, no habrá duda sobre cuál es el tenor del mensaje que Moncloa ha querido trasladarle. Es evidente que ha molestado y escocido bastante la rotundidad con la que en los últimos tiempos y, sobre todo tras los comicios, se ha expresado el burgalés tranquilo. Ahora ya solo le quedan dos opciones: rebelarse o rendirse. En ello pueda estar, incluso, el futuro de la Moncloa.