corazón de león
Meses de reflexión
De asombro en asombro vive la ciudadanía la nueva era política que ha llegado a aldeas, pueblos, ciudades y capitales. Si el día anterior a las elecciones es conocido como «jornada de reflexión» (que ya ningún partido cumple), ahora tocan meses de reflexión (incluso en la playa) ante las urnas que en noviembre acogerán los votos que decidirán el Gobierno de la Nación para la próxima legislatura.
Por Castilla y León el alboroto político no ha llegado al terremoto sucedido en otras tierras patrias, lo que no quita que políticos y ciudadanos estén sumidos en el desconcierto. Por aquí y por allá, los políticos acostumbrados a gobernar con mayorías absolutas se las prometían muy felices, ciegos ellos ante el espejo de la realidad, al tiempo que muchos ciudadanos seguían, con fe ciega, a los profetas tertulianos que les ofrecían el paraíso en la tierra. Y así, entre unos y otros, en el país de los ciegos Podemos es el rey.
Tras el asombro de estos días, y de los que vengan, pues no hay amanecer sin sobresalto, llegará el momento en el que los políticos, por ejemplo Silván en la Alcaldía de León, tendrán que demostrar su capacidad para gobernar sin el confortable colchón de la mayoría absoluta. Es difícil entender, en este aspecto, el misterio en el que se ha enredado el presidente autonómico Juan Vicente Herrera, con sus espejos y sus incertidumbres que en nada benefician al partido que representa. Salvo causas de índole personal, su actitud tras las elecciones no se corresponde con la confianza que tanto Rajoy como los votantes del PP le han concedido con una nueva victoria, aunque no haya sido, por los pelos, absoluta. El mayor político de Castilla y León durante las últimas legislaturas no debería lamerse las heridas y facilitar que el PSOE, el gran derrotado de las últimas elecciones, se erija en caballo ganador. Herrera ha vuelto a ganar, como se esperaba, y el PSOE ha perdido, como se esperaba. Lo que ha cambiado es el panorama político, sin mayorías y multipartidista; y ahí es donde Herrera debería refrendar su, hasta ahora, intachable carrera política.
De aquí a noviembre, cuando las Generales, no sólo los políticos tienen meses para la reflexión; también muchos periodistas, tertulianos y, como se dice ahora, comunicadores, que se consideran «conservadores» y escriben o charlan en medios «conservadores». Que reflexionen sobre sus desaforados ataques al presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy, que sólo han beneficiado a Ciudadanos y a la abstención, o sea, al PSOE y a Podemos; que reflexionen que para gobernar una nación no es imprescindible resultar simpático, ser joven o vestir camisa blanca, sino ser un estadista. Los experimentos, con gaseosa, no con Podemos. Y menos frivolidad en algunos periodistas que van de salvadores de la patria. El asunto es, como ahora se está viendo, muy serio.