el callejón del gato
Espejito, espejito
¿Qué ves?, le pregunta Herrera. A tu derecha, a Rosa Valdeón y a tu izquierda a Fernández Carriedo, flanqueado por un difuminado De Santiago-Juárez, le responde. O sea, que la nitidez del 26-M se emborrona, porque corrientes internas mueven la imagen. Vaya disyuntiva arroja el espejo. Sin prisas, el presidente en funciones mirará con más detenimiento para atisbar siluetas: descubrir una tercera, sin bola negra que le recuerde como Lucas puso el dedo en él, cuando se postulaban en el espejo sucesorio Villanueva y Fernández Santiago; o bien se encontrará a sí mismo, porque para tener que ejercer de juez de paz desde la presidencia del partido hasta el congreso de primavera, igual no merece la pena retirarse. Al temperamento de Herrera le va más lo segundo.
El espejo cóncavo del callejón del gato refleja a un Tudanca con un exagerado rictus sonriente, porque con menos votos que nunca ha conseguido más alcaldías de ciudades importantes. Satisfecho porque él como su partido en el resto de España ha conseguido situar a Podemos de costaleros, para que los socialistas vayan de triunfadores y bajo palio. Interesante ver, en los próximos meses, quién gana el envite, porque ambos compiten por la misma bolsa de votos. De momento, el primer gol lo ha metido el PSCL y hoy en la constitución de la Mesa de las Cortes les pueden colocar el segundo. La convexidad del espejo estrecha a C’s: que la imagen sólo refleje tactismo de bisagra es poco bagaje. O se definen en positivo o se quedarán sin puerta. Y a Fuentes como líder regional le han cuestionado (Ávila y Burgos han sido más de lo mismo). El reflejo más fiel del espejo para Pablo Fernández: llegar a las Cortes y reclamar un sueldo, todo uno, y la pasta es casta, amigo.