entrevista
Rojas Marcos: «En España tenemos miedo a decir que somos felices»
El psiquiatra, fue investido este lunes doctor Honoris Causa por la UBU, defiende que las consultas han sustituido a los confesionarios

La Universidad de Burgos sumará a su cuadro de ilustres profesores el nombre del profesor de Psiquiatría de la Universidad de Nueva York y miembro del Consejo de Medicina del Estado de Nueva York Luis Rojas Marcos (Sevilla, 1943). El sevillano será investido doctor Honoris Causa por la Universidad de Burgos este lunes, un reconocimiento que le «llena de orgullo» y que une el nombre del profesor con el de Rafael Frühbeck, Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell, además de Félix Rodríguez de la Fuente, de Umberto Eco y José Antolín Toledano. Autor de obras como ' La ciudad y sus desafíos', el psiquiatra y profesor se encuentra estos días en España, la casa que dejó cuando tenía 23 años para emprender una prolífica carrera profesional al otro lado del charco que le ha conferido innumerables reconocimientos y títulos.
-¿Qué supone el reconocimiento de esta Universidad con la que colabora desde hace poco más de un año?
-Supone un honor el que la Universidad de Burgos me digne con este grado de doctor Honoris Causa. Creo que es el resultado de otros contactos que he tenido con la UBU donde he dado conferencias. Representa mucho.
-Está estos días en su tierra, en España, un país azotado por una crisis sin precedente. ¿Cómo cree que ha afectado esta situación a la salud mental de los españoles?
-La crisis económica ha afectado a España y a otros países alterando el sentimiento de certidumbre de su población. La incertidumbre o temor al futuro es un sentimiento que el ser humano lleva bastante regular en un contexto en el que cada vez vivimos más y tendemos a hacer más planes de futuro. Dado que invertimos mucho en planificar para el futuro, damos por sentado que nuestra vida va a ser larga y va a cumplir una serie de metas. Cuando este sentimiento se altera nos produce esa incertidumbre. Mira, no hay pacientes que lleguen al psiquiatra diciendo vengo por la crisis», sino que acuden porque no se llevan bien con su familia, porque se alteran o no duermen bien, o están deprimidos. La crisis sí que ha afectado al estado de ánimo de la población.
-Dejó España con 23 años, y hoy son miles los jóvenes que tienen que marchar de España por la carencia de oportunidades. ¿Qué sentimientos crea en una persona el estar lejos de su tierra?
-Aquellos que se van siguen sintiendo por los que se quedan y no tienen trabajo. Es lo que en mi campo se denomina empatía. Los españoles que no vivimos en España, si vemos que sufren nuestros compatriotas nos vemos igualmente afectados al ver sufrir a amigos o familiares. Afecta el ver que los españoles lo están pasando mal.
-¿Cómo se pagará esa fuga de cerebros?
-Hay que entender que cada día el mundo es más global y es más fácil cruzar fronteras para buscar el trabajo o la felicidad. Con eso no quiero quitar importancia al asunto, porque siempre que uno se tiene que ir de su país en un paso difícil y es un paso que hay que superar emocionalmente para poder adaptarse a un nuevo país, su cultura, su lengua, etc. En este escenario, las personas que se van porque no encuentran trabajo en España lo ven como una alternativa penosa que va en contra de lo que ellos habían pensado de su futuro. En Nueva York, estuve hace poco en una reunión en el Consulado Español y me sorprendió el número tan alto de gente joven, muy preparada, que está investigando en el campo de la medicina porque no tiene trabajo en España. Es una pérdida para España.
-Usted se fue y no volvió, sigue residiendo en EEUU. ¿Le augura el mismo futuro a aquellos jóvenes que se han ido de España o cree que España puede o debe facilitar su vuelta?
-Que volvieran sería lo ideal. ¡Ojalá pudiéramos compartir con nuestros compatriotas lo que hemos hecho a lo largo de nuestras carreras profesionales! Es complicado saber qué pasará con los jóvenes que se han ido durante estos años de España.
-La cultura mediterránea es sinónimo de alegría y optimismo, además de buen comer, ¿somos más felices los españoles?
La felicidad la medimos preguntando a las personas en ausencia de un termómetro que la mida. Los españoles tenemos tendencia a valorar la felicidad por encima del suficiente y en una marca del 0 al 10 podemos decir que somos mayormente felices. Eso sí, tenemos miedo a decir que somos felices. No llegamos a una reunión y decimos que somos felices, nos da miedo expresarlo en público. En España no decimos que somos felices porque está mal visto debido a la influencia de los filósofos; aunque lo que está claro es que los españoles se encuentran al mismo nivel de felicidad que países que no están en crisis. La media de felicidad ronda el notable.
-En una entrevista definió a España como el país de la queja, ¿nos quejamos por todo sin causa o realmente tenemos un motivo para hacerlo?
-En un mundo en el que hay siempre tragedias, el ser humano tiene motivos para señalar aquello con lo que no estamos a gusto, y es algo que escuchamos a nuestros padres desde niños. Este hecho ha creado una cultura de la queja que promueve que antes de señalar las cosas buenas, vayamos al bar para quejarnos de lo que nos pasa en el trabajo, de lo que hacen los políticos o de las injusticias del mundo. Tendemos a quejarnos antes de reconocer lo bueno que tenemos.
-Una de sus responsabilidades en Nueva York estuvo ligada al sistema de salud, ¿cómo ve al sistema sanitario español?
Desde el otro lado del charco hay una admiración por un sistema de salud donde todos los ciudadanos tienen acceso a la sanidad independientemente de sus condiciones económicas. Cuando se ha querido instaurar este sistema en EE.UU es curioso cómo no hay un rechazo directo a la idea, pero cuando se trata de implementar ese valor de la sanidad universidad hay fuerzas económicas potentes, que son los médicos, los seguros y la industria farmacéutica, que se oponen por perder su estatus o salarios. Hay quienes piensan que prestar a 40 millones de personas sanidad sin seguro hará que las personas que más tienen tengan que pagar más impuestos.
-El lunes habló de desafíos y metas. ¿Tan importantes son para el crecimiento personal?
-El marcarse metas es muy útil, especialmente cuando se trata de metas alcanzables. Desde niños nos marcamos metas, cuando empezamos a dar nuestros primeros pasos y decidimos llegar de la mesa al sillón. Lo que pasa es que las metas deben ser realizables porque si no causan frustración. Los imposibles no son buenos porque afectan a la autoestima. Metas como hacer una carrera son importantes, pero también otras más sencillas como irnos de vacaciones o leer un libro.