opinión
El sexto sentido de Herrera
«Pocos esperaban el resultado de Castilla y León, si bien es verdad que el grado de autoexigencia de Herrera no es el mismo que el de otros candidatos, acostumbrados a ver siempre el vaso medio lleno»
Se lo dijo claramente al periodista Carlos Alsina en Onda Cero: «Yo soy de reacción tardía….». Y así está siendo. Le está costando digerir unos resultados que no le gustan y, lo que es peor, que no se esperaba. Se había marcado unas expectativas más altas, pese a que muchas encuestas ya advertían de la situación. En su cabeza, siempre inescrutable, siempre interpretable, una mezcla de sensaciones y frustraciones. Los dirigentes que compartieron con él las tres horas de «gabinete de crisis» el pasado miércoles en la sede regional del PP vieron a un Herrera distinto, desconocido. Parece que de nada le vale haber conseguido el mejor resultado de su partido a nivel nacional; y tampoco le sirve que la mayoría de los suyos le quieran retener. Incluso, al contrario, esos mensajes de ánimo y de exceso de optimismo le molestan sobremanera. La noche del 24M, cuando salió en solitario a valorar los resultados, ya dejó entrever lo que estaba pasando en su cabeza. Se enfrentaba a un cambio de escenario, de ritmo y de actitud difícil de asumir, a lo que se unía la sensación de haber sido maltratado por el Gobierno.
Se había entregado en cuerpo y alma en la campaña electoral. En aquellos días se le veía fuerte, enérgico y más cercano que nunca… Plantaba puerros, hablaba con la gente por la calle, bromeaba con los tenderos, motivaba como nunca a los suyos. De antológicos pueden calificarse durante esos días muchos de sus mítines, en los que desparramó simpatía, inteligencia y socarronería. Se lo creía, era consciente del elevado número de votantes del PP que todavía estaban indecisos y, por lo tanto, había que echar los restos. También estaba convencido de que iba a ganar con mayoría absoluta, aunque, como dijo en una entrevista a ABC, «con el resultado más ajustado» de la historia.
Sin embargo, se equivocó. Pero no sólo él. Pocos esperaban ese resultado en Castilla y León, aunque, si bien es verdad, el grado de autoexigencia de Herrera no es el mismo que el de otros candidatos, acostumbrados a ver siempre el vaso medio lleno.
En aquel primer análisis de los datos, y en el que se produjo en las horas siguientes, el foco siempre estuvo puesto en la provincia de León. Tres procuradores se habían caído de la lista autonómica de la provincia leonesa, la circunscripción que peor resultado obtenía. La «arrogancia» del ministro de Industria, José Manuel Soria, con la minería había contribuido, y mucho, a arrebatarle la mayoría absoluta. Un conflicto en un sector que agoniza, pero por el que Herrera y la Junta llevan dos años dando la cara ante el Gobierno. Durante este tiempo, al Ejecutivo autonómico no le han dolido prendas en arremeter contra el ministro, cruzando límites poco convenientes en política. Herrera siempre se ha sentido sólo en esta batalla y los mítines de Ponferrada y León son dos grandes ejemplos. Sabía lo que podía pasar y no puso excusas para no acudir y mucho menos esconderse. Al contrario que la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáez de Santamaría, que anuló a última hora su visita por una afonía. De nuevo solo ante el peligro.
El lunes fue él quien no quiso acudir al Comité Electoral Nacional. Un acto de rebeldía que, sin embargo, no se percibió como tal ya que en contadas ocasiones asiste a estos encuentros en Génova. Quizá debió explicar allí lo que más tarde dijo en la radio, pero la «soberbia» madrileña, como él mismo la califica, le puede.
Después llegaron las declaraciones del portavoz de la Junta pidiendo la dimisión del ministro, lo que ha provocado un gran revuelo en el seno de la formación nacional. Sáenz de Santamaría ha llegado a calificar de «inoportunas e injustificables» dichas declaraciones, y ha exigido más sosiego a los barones territoriales, dado el momento de debilidad y crisis interna por el que atraviesa el presidente del Gobierno.
Pero es que la primera y tibia valoración de Rajoy hizo sobre los resultados del 24M es sin duda también uno de los factores más importantes para que Herrera haya empezado a cuestionarse su futuro del modo en el que lo ha hecho esta semana. Para que el lector lo entienda, el presidente de la Junta se debe de estar sintiendo como el niño protagonista de la película ‘El Sexto Sentido’. Todos alrededor de él están muertos, pero no lo saben, no lo ven. Él ha abierto los ojos antes de tiempo. Antes de aconsejar a Rajoy que se mirase en el espejo, él ya lo había hecho, y lo que vio no parece haberle convencido lo suficiente.
«En el mundo de los ciegos, el tuerto es el rey». Así se ve, así se puede estar sintiendo Herrera. La situación no es fácil: gobernar con mayoría simple, un Parlamento multicolor, capitales bajo el dominio de extrañas coaliciones, el partido en sus horas más bajas y un Gobierno central con el que cada vez tiene menos empatía.
Y mientras la foto de ese complejo paisaje se ha ido enfocando cada vez más nítidamente a lo largo de esta semana de zozobra, polémica y dudas sobre su continuidad, vuelve a la palestra la palabra de la que nadie habla: sucesión. Mientras el todavía presidente se lo piensa, unos y otros se escrutan y observan hasta el más mínimo de los movimientos. ¿Pero quién puede sacar pecho hoy en día de sus resultados electorales? Nadie. Génova llamó el pasado martes a la mayoría de dirigentes provinciales para advertirles de que no quiere guerras intestinas y de que no se va a inhibir en la decisión sobre el posible candidato. Es decir, cuidado con quién proponéis. Así, vuelven a sonar con fuerza los nombres de Rosa Valdeón, Alfonso Fernández Mañueco, Antonio Silván, Carlos Fernández Carriedo, Silvia Clemente… En definitiva, los de siempre, pero ninguno tiene un apoyo unánime, lo cual constituye un gran problema «a estas alturas de la película».
Con estos nombres, y el suyo propio, sobre la mesa, Herrera se encuentra ante una dificilísima encrucijada, pero de lo que nadie duda es de que su inmenso sentido de la responsabilidad le hará tomar el camino correcto. De momento, ha conseguido que la Comunidad se haga oír y ha demostrado que por encima de cualquier otra aspiración en su cabeza sólo está Castilla y León.