Igual, pero distinta

La campaña al PP en Castilla y León les funciona por aciertos propios y demasiados errores o improvisaciones ajenas. Herrera ha recuperado serenidad, las encuestas les salen, porque el puñado de votos que les falta para la absoluta favorece la movilización del indignado o del perezoso, el programa sigue pegado a la tierra y recuperan voto rural. Todo puede ocurrir, pero el viento en la región sopla a favor. Otra cosa son las capitales y los daños colaterales de las mayorías insuficientes en otras comunidades, que obligarán al futuro presidente a sacar del cajón el discurso de enmienda teresiana, pronunciado en la fiesta de la Comunidad, prometiendo diálogo y cercanía. Bálsamo que, no obstante, le obligará a dedicarse más al partido y a un ejecutivo rejuvenecido al menos en una primera etapa.

Las campañas de los otros partidos no funcionan. A Ciudadanos porque están «verdes»; aspiran a recoger el descontento de los dos grandes partidos con el regeneracionismo de la matriz y el atractivo expansivo de Rivera, pero para la región sólo recetas generales. A Podemos le ocurre otro tanto, incrementado porque Iglesias no sabe qué terreno ocupar. El caso del PSCL es distinto porque el candidato hace más su campaña que la del partido. Tudanca hace seguidismo de Sánchez (ha colocado todos los huevos en la cesta del actual secretario general) y le basta para salvar su pellejo que el partido no baje de los 20 escaños, objetivo fácil, aunque el batacazo sea morrocotudo. Sus propuestas para la región un dislate. Con menos poder en la región le saltarán los críticos y su continuidad dependerá del respaldo de Sánchez, si continúa en función de los resultados generales, y las ganas para la travesía en el desierto.