al pairo
El ángel de NY
SE siente uno bien poquita cosa al lado de personas como Ana Isabel Charle. Personas que un día, o quizá desde el mismo día en que llegaron a esta vida, tenían muy claro que querían entregar la suya a los demás. Con personas como ella el término generosidad adquiere otra dimensión. En una época en la que la ambición, el egoísmo y la insolidaridad son casi una religión, ejemplos como el de esta joven psicóloga vallisoletana deberían servir para poner ante el espejo a la sociedad que hemos creado. Ese becerro de oro llamado estado del bienestar nos ha capitidisminuido moral y éticamente, y son las vidas -y en este desgraciado caso, la muerte- de personas como Ana Isabel las que tendrían que hacernos ver que entregar enriquece mucho más que recibir, y que el sentido de nuestra existencia depende mucho de lo que hayamos sido capaces de hacer por los demás más que lo buscado para provecho propio.
La tragedia que ha azotado a la familia Charle (Carlos, Aurora, Dani, Álvaro...) remueve los cimientos de la fe más inamovible. Es difícil pensar que pueda existir algún tipo de justicia divina en la tierra cuando vemos cómo la vida de una joven madre, psicóloga y directora de un centro de acogida en el barrio más pobre de la ciudad más rica, es segada por un individuo criminal e ingrato. La justicia americana no tiene el complejo que atenaza a la nuestra en estos casos y el individuo en cuestión pagará muy cara su alevosa afrenta. Probablemente nadie echará en falta a este malnacido, pero a Ana Isabel seguro que muchos ya la estarán añorando en la ciudad de los rascacielos. Valladolid ha perdido a una heroína hasta hace unos pocos días anónima para la mayoría de sus paisanos. Nueva York ha perdido un ángel de la guarda.