El árbol y la leña

La comparecencia del consejero de Economía y Empleo de la Junta de Castilla y León, Tomás Villanueva, esta semana en las Cortes para explicar lo acontecido con el denominado «caso de los campos eólicos» ha sido una muestra más del proceder en una meditada operación de acoso y derribo a este veterano dirigente regional popular. El de Valladolid, no lo olvidemos, ha sido el principal bastión pucelano en un Gobierno de la Junta durante casi 20 años. Eso, se mire por donde se mire, crea un entorno de filias peligroso. Tanto, como de las fobias de sus enemigos dentro y fuera del Ejecutivo, del partido y de la oposición política. Hay amores que matan y, sin duda, existen precedentes como el caso de «los huertos solares» donde, a priori funcionaros de plena confianza política contrastada no lo eran tanto. Y así alguno más.

Lo que llama poderosamente la atención del periodista es cómo en esta ocasión es el guión establecido que, curiosamente se interpreta desde que se tiene conocimiento del abandono de la política de Villanueva. Primero aparecen las famosas prejubilaciones mineras y cotizaciones a la S.S., presuntamente legales pero amorales de destacados empresarios y familiares bercianos. Desde Madrid y a través de medios de comunicación hostiles a la Junta. Días después, las filtraciones, con ramificaciones en otros medios, también regionales, producen un efecto eco que agranda la dimensión pública. Sin embargo, se sabe desde qué ordenador, desde qué escáner y qué correos intervienen en el affaire. Todo desde casa. Y cuando nos recuperábamos del enfado generalizado con inspecciones de Trabajo en las empresas mineras bercianas incluidas, ahora sí, comienza el feo asunto de las subvenciones e instalación de parques eólicos concentrados en unas pocas sociedades.

Estamos seguros que con un Tomás Villanueva en alza y no en amortización política contrastada las acusaciones no pasarían de meras discusiones técnicas parlamentarias sin la lupa mediática.