el callejón del gato
Alta velocidad
Desde el inicio del milenio, esta España de los prodigios ha transformado el mapa de infraestructuras. Del furgón de cola, en algo más de una década, se ha logrado: el liderato europeo en kilómetros de alta velocidad (2.900), sólo superado por China a escala mundial; tener en proporción por habitante el mayor número de aeropuertos del continente; y disponer de una red de autopistas que nada envidia las del entorno, superando a todos en tramos de autovía y autopista que transcurren en paralelo. No ha existido un modelo de transporte estudiado para vertebrar la península sin dispendio. Mientras se cortaban cintas, nadie reparaba en la sostenibilidad. Los resultados ahí están: aeropuertos en quiebra, en esta Comunidad se desconoce el futuro de los cuatro, y autopistas y autovías con peaje en sombra, que el Estado tendrá que rescatar.
Acerca del AVE, un reciente estudio del RACC, que examina la afluencia de pasajeros en los tramos más consolidados y otros factores, concluye que la red actual no es viable y que construcciones futuras no se fundan en argumentos de rentabilidad económica o social. Socialmente sería suficiente unir España a Francia en dos puntos. Y con estas la Alta Velocidad se cuela en la campaña electoral, cuando C’s aporta sensatez, ajena a la demagógica, proponiendo continuar con las líneas licitadas, pero parar los nuevos proyectos, dedicando esa inversión al impulso de I+D+i, 1.000 millones de euros por año. Parece una propuesta razonable y renovadora, para cambiar el modelo productivo, fundamentar el crecimiento económico y evitar que los españoles paguemos con más impuestos los déficit de vías, autopistas y aeropuertos, porque las promesas electorales de mas AVE son pan para hoy hambre para mañana.