sucesos
El asesino del Callejón de la Alcoholera confiesa que después matar a su víctima se lió un porro para relajarse
En su declaración asegura que las nauseas le hicieron desistir de su intento de descuartizar el cuerpo de su amigo
Andoni Gustavo R.M, el joven que el 16 de junio de 2013 asesinó a puñaladas a su compañero de piso en una casa abandonada del Callejón de Alcoholera, en Valladolid, donde ambos tenían una plantación de marihuana, confesó hoy en la segunda jornada del juicio que se celebra en la Audiencia Provincial que nunca tuvo la intención de matar a Roberto. V.F., que actuó en defensa propia y que tras el asesinato desistió de su intento de hacer desparecer el cadáver descuartizándolo debido a las nauseas.
El acusado relató que fue Roberto V.F. el que inició la pelea cuando tras asegurarle que tras haber montado la plantación ya no le necesitaba, le propinó una patada en la cara mientras estaba agachado cuidando una de las macetas. Después, comenzó un forcejeo en el que, según el asesino, la víctima le atacó con un cuchillo en repetidas ocasiones e incluso se abalanzó sobre él. En uno de estos ataques, y tras coger un cuchillo de 20 centímetros de hoja que había en la casa, el acusado le propinó una profunda puñalada en el omóplato.
Más adelante, según relató Gustavo R.M. a preguntas del fiscal, la víctima insistió en sus ataques hasta que, tras un empujón y quedar tendido en el suelo boca arriba, le asestó otra fuerte cuchillada en el pecho. «Después, Roberto dejó de respirar y pasados unos 20 minutos tuvo como una especie de espasmo, ante el que reaccioné saltando sobre él para clavarle el cuchillo en el cuello. Entonces ya vi que lo había matado y, todavía con el cuchillo en la mano, me lié un porro para relajarme», afirmó.
El acusado, que en repetidas ocasiones afirmó que nunca había pasado tanto miedo en su vida y que en ningún momento tuvo la intención de asesinar a su amigo, aseguró que éste, al que había conocido en el centro Zambrana y con el que había hecho un «pacto de hermanos de sangre», tenía la intención de acabar con su vida esa noche. Al ser preguntado por el fiscal por las 17 puñaladas que presentaba el cuerpo de la víctima, Gustavo R.M. aseveró que sólo dos o tres fueron las «fuertes» y que el resto serían fruto de la pelea.
«Mi cabeza tiene precio»
Tras cometer el asesinato, el acusado se planteó acudir a la Policía, pero descartó esa posibilidad al argumentar que el padre de Roberto era un «influyente traficante» que estaba en la cárcel de Valladolid y que desde allí se encargaría de acabar con su vida. En este sentido, aseguró que él se ha tenido que marchar a la cárcel de León por miedo y que sabe que el padre de Roberto ha puesto precio a su cabeza, «30.000 euros».
En su relato de los hechos, Gustavo R.M. también indicó que tras descartar la posibilidad de acudir a la Policía, pensó, «como hacen en las películas », deshacerse del cuerpo troceándolo, para lo que compró un hacha en un bazar. Dos días después, según confesó, tras propiciarle un golpe en el tobillo, desistió de su intento por las nauseas que le provocó la acción. Así, al día siguiente y ante el olor que desprendía el cuerpo, compró lejía y lo tapó con una manta.
Días más tarde, y para evitar que un amigo de Roberto que le había preguntado por él en repetidas ocasiones pudiera sospechar, acordó con él presentar una denuncia de desaparición en comisaría, e incluso también explicó que para no levantar sospechas días después del crimen llamó al teléfono de Roberto e incluso le dejó mensajes en el contestador.
Durante su declaración, el acusado insistió que actuó bajó los efectos de las drogas y alcohol y recordó que el día del suceso, además de tres o cuatro litronas de cerveza, entre los dos se podían haber fumado entre 15 y 20 porros. Además, también explicó que aquel día Roberto le confesó que estaba preocupado por no poder contactar con el camello que habitualmente le suministraba hachís, droga que luego él se encargaba de hacer llegar a su padre para que éste la vendiera en la cárcel.
El cuerpo de Roberto V.F. no fue encontrado hasta la madrugada del 2 de agosto, mes y medio después de la muerte. Entonces, y tras recibir un aviso de una tentativa de robo en la vivienda de la calle Isla, agentes de la Policía detuvieron a cinco personas en el interior y descubrieron el cadáver.
Investigación
En la jornada de hoy también declaró el jefe del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional en Valladolid, que resaltó que debido a los condicionantes el caso se calificó de alto riesgo desde la presentación de la denuncia, a la vez que relató los encuentros que mantuvo con el acusado, que en más de una ocasión se pasó por la propia comisaría para interesarse por la la marcha de la investigación.
El inspector también se refirió a la estrecha relación que la víctima mantenía con su padre e hizo referencia al contenido de una carta en el que el padre de Roberto escribió unos quince días antes del asesinato en la que recordaba a su hijo que le hiciera llegar hachís en su próximo bis a bis.
El fiscal considera que los hechos son constitutivos de un delito de homicidio y solicita para el acusado una pena de 12 años, frente a los 15 por asesinato que pide la acusación particular, en representación de los padres de la víctima. La vista continuará el próximo lunes, jornada en la que está prevista la declaración del padre de la víctima.