Al fin Semana Santa

Después de unos cuantos años, esta Semana Santa disfrutará de un tiempo primaveral: con sus abrigos en la madrugada y noche, y ligeros jersey en zonas mesetarias y con manga corta de Madrid hacia abajo. Esto, si continúan los días como los de apertura y si no se equivocan los meteorólogos. Por cierto, que estos últimos afirmaban hace unos días que la Semana Santa es la época del año más difícil de pronosticar, sin que me atreva a repetir los factores de la conjuración astral que dificultaba esta misión cada vez más auxiliada por las altas tecnologías. El buen tiempo favorecerá el discurrir normal de las procesiones y otras prácticas religiosas, y la expansión del turismo, tanto el playero como el interior.

El presidente de las casas rurales de Castilla y León lanza las campanas al vuelo y pronostica una ocupación del cien por cien en los días centrales, que sirven para paliar la media de ocupación de sólo un diez por ciento en el resto del año, exceptuando algunas semanas del mes de julio y dos puentes, el de la Inmaculada y, en menor medida, el de mayo. Sin duda una buena noticia para un tipo de turismo que necesita más apoyo real y menos declaraciones. Nuestra Comunidad oferta, junto a los cortejos procesionales, la edición de las Edades del Hombre dedicada a Santa Teresa de Jesús, que atraerán muchos visitantes, aunque siempre echo en falta los conciertos de música religiosa u órgano (ya sé que en las iglesias hace frío) y las rutas de los actos de Semana Santa en diferentes provincias, que ayuden a fijar pernoctaciones y a potenciar el consumo. Si el buen tiempo no se trunca, la Semana Santa será un buen termómetro para medir la reactivación económica, que será cuestión recurrente al concluir la paz de estos días.