artes
La escena ante las elecciones
La Asociación de Directores de Escena lanza 44 propuestas a la búsqueda de estabilidad en el sector y del reconocimiento del teatro como servicio público
El próximo año se celebra el centenario del nacimiento de Peter Weiss, el padre del teatro político, del teatro documento, del teatro que indaga con profundidad en la historia pasada o reciente y lo traslada a la escena como aportación historiográfica, como recuerdo punzante de aquellos errores que no deben cometerse jamás, y como propuesta reflexiva para el espectador.
Peter Brook en La calidad de la misericordia, un interesante libro en que el director inglés aborda sus escenificaciones de Shakespeare, se refiere a Weiss: «un humanista políticamente comprometido (…) que conmovido por los horrores del holocausto, sintió la necesidad de trasladarlos a la conciencia inmediata de un público teatral». El dramaturgo alemán codifica una práctica teatral y la canoniza dentro de un tipo de repertorio, pero teatro y política han crecido de la mano en la historia de la civilización.
El patrimonio cultural en España es rico y podía ser un motor de crecimiento, pero lo dificulta el déficit de políticas culturales para la gobernación del mismo, que encuentran su expresión en la música, el libro, los museos, el teatro, el cine , etcétera. España no ha sido capaz de dotarse de un marco legal, amplio, estable y desligado de los intereses partidistas del que detenta el poder. Se trata de una asignatura pendiente, no abordada en la transición, que exigiría un Pacto por la Cultura entre los representantes de los ciudadanos, que en el plazo de pocos meses se conformarán de una manera diferente y acaso más plural, desde el gobierno de la nación al municipio más pequeño.
Las artes escénicas, a través de la Asociación de Directores de Escena de España, que agrupa mayoritariamente a profesionales del sector en la parte creativa, no de gestión o de carácter empresarial, ya ha puesto encima de la mesa 44 propuestas para un debate hacia la formulación de un pacto conducente a la convergencia con Europa.
Lo que propone la Asociación, en síntesis, se resume en dos grandes líneas: la regularización de un marco de actuación que permita estabilidad, que lleva aparejada la creatividad artística y la formación cultural ciudadana, sin demanda de privilegios y ahuyentando los intervencionismos partidistas, que comercien con el arte. Y la segunda, la consideración del teatro, en el marco de la cultura, como un servicio público porque contribuye sustantivamente al bien común.
El documento aboga por una actualización en las funciones de instituciones dependientes de las diferentes administraciones del Estado, una armonización entre ellas dentro del ámbito competencial de las mismas, la creación de mecanismos de colaboración entre las entidades públicas y plataformas representativas de la sociedad civil, y el desarrollo de códigos deontológicos y de buenas prácticas para los entes dependientes de la administración pública o que se acojan a beneficios de la misma.
Ocupan un buen número de propuestas las referidas a la protección, fomento y difusión del patrimonio cultural, con hincapié tanto en la creación teatral, la edición de textos y la definición de repertorios en los centros de creación. Otras se relacionan con los planes educativos en todos los niveles, la investigación y el fomento de proyectos I+D+i, y la relación fluida entre Educación y Cultura, un déficit cada vez más acusado en España.
Por último, se aboga por el fomento de los procesos de formación permanente, el estudio de la constitución de elencos estables, ligados a centros públicos, y la incorporación de nuevos titulados en estas formaciones. Propuestas, en suma, novedosas en España, pero muy arraigadas en Europa.