edades del hombre

El espíritu de la Santa convertido en arte

La Reina Sofía inaugura hoy la muestra «Teresa de Jesús. Maestra de oración», que reúne más de 200 obras

El espíritu de la Santa convertido en arte fotos: f.blanco

henar díaz

A pocos días de la celebración del quinto centenario del nacimiento de Santa Teresa , los muros que vieron crecer a la mística y su camino de entrega y oración como fundadora de la orden de los Carmelitas Descalzos, lucen desde hoy engalanados para acoger el gran acontecimiento cultural del año en Castilla y León: la muestra «Teresa de Jesús. Maestra de oración» , organizada por la Fundación Las Edades del Hombre y que hoy inaugura la Reina Sofía . Atrás queda año y medio de trabajo que ha dado como resultado esta magna exposición con 206 obras, más de un centenar procedentes de conventos de distintos puntos de la geografía española, según apuntó el comisario de la exposición, el padre carmelita Juan Dobado, que destacó el «gran despliegue nacional» realizado para la exhibición.

«Hoy es un día muy feliz», expuso el secretario general de Las Edades del Hombre, Gonzalo Jiménez , visiblemente satisfecho del resultado de la muestra que permanecerá abierta hasta el próximo mes de noviembre. El objetivo, sostuvo, era «actualizar el pensamiento de Santa Teresa a través de sus imágenes» con el fin de que el mensaje que ella lanzó en el siglo XVI sea «cercano» a los visitantes de Las Edades.

El recorrido comienza «extramuros», en el Convento de Nuestra Señora de Gracia , que perteneció a las Madres Agustinas, «un lugar emblemático» porque allí permaneció año y medio la mística y fue el lugar donde se le comenzó a despertar la vocación religiosa. Este espacio, que acoge el capítulo «Os conduje a la tierra del Carmelo», el visitante reúne los primeros santos de los que son devotos los Carmelitas, entre ellos San Elías -destacando uno de Gil de Mena de 1651- y la Virgen del Carmen. Junto a ellos impone una imagen de madera policromada: «La Entrega del escapulario a San Simon Stock», perteneciente al taller de Gregorio Fernández, que forma parte de los fondos del Museo Nacional de Escultura de Valladolid y que hasta la fecha nunca había sido expuesto. En este espacio se ve también la primera imagen de Santa Teresa, un óleo sobre lienzo «con un toque muy andaluz» -la mística lleva prendida una flor en la oreja-. Se trata de «La entrada de la Santa en el Convento de la Encarnación de Ávila» y procede de los Carmelitas Descalzos de Granada. Junto a ellos, la bella talla de madera policromada de la Virgen del Carmen de Francisco Salcillo.

Contexto social

Para acceder a la siguiente sede, hay que enfilar la calle Bracamonte y llegar a la capilla de Monsé Rubí, donde la Santa se encontró con San Pedro Alcántara . Algo más grande que el anterior, pero también menos iluminado y más intimista, acoge el segundo capítulo, «En la España de la Contrarreforma», donde la Fundación ha querido mostrar el contexto social en el que la Santa inició la reforma del Carmelo en un ambiente «en el que la Iglesia se tambaleaba». El espacio reúne «piezas de las instituciones del Estado» como la Carta de confirmación al Almirante Cristóbal Colón de las Capitulaciones de Santa Fe custodiadas en el Archivo General de Simancas.

Además de ser una época convulsa, la segunda mitad del siglo XVI es un periodo de esplendor, como se puede ver en varios de las obras literarias reunidas tales como «La Celestina» , de Fernando de Rojas, cedida por la Universidad de Valladolid. Entre los documentos más curiosos, el manuscrito en papel que plasma la matrícula de San Juan de la Cruz en la Universidad de Salamanca (1564-1565).

La misma capilla exhibe también el tercer capítulo: «Las pobres descalzas de Teresa» . Con la Santa comienza una nueva forma de entender la vida religiosa, más austera y es lo que quiere reflejar este espacio que exhibe el hábito, la capa y una alpargata de cáñamo. Frente a las vestimentas, estratégicamente colocadas, dos bellas tallas que llaman la atención por su realismo: un San Pedro de Alcántara inspirándose como escritor (Pedro de Mena, 1669) y un San Francisco de Borja (Juan Martínez Montañés, 1624), ambas procedentes de Andalucía -la autonomía con más presencia junto a Castilla y León-.

El capítulo IV es el central de la muestra, para el cual han reservado la Iglesia de San Juan Bautista , que conserva la pila bautismal donde la religiosa fue bautizada. El espacio reúne más de medio centenar de piezas. Unos muros de cristal guían al visitante, a quien se ha querido trasladar a un espacio similar a las Moradas de la mística. Próximo a la pila bautismal descansa «El Peregrinito», el Niño Jesús que la Santa dejó en el Convento de las Carmelitas Descalzas de Valladolid. Junto a él impone una Santa Teresa de Jesús de Francisco de Zurbarán (1650).

«Cristo de los piojos»

La meditación continua en la Humanidad de Cristo característica de la religiosa desemboca en la contemplación de las imágenes de Jesús. Entre las tallas, destaca el Cristo de los Desamparados de Juan Martínez Montañés (1617) y un curioso «Cristo de los piojos» -la mística se encomendó a él para deshacerse de los molestos bichos-. Avanzando en el mismo espacio, el visitante se adentra en la «arte mariana». Preside la Virgen de la Caridad (siglo XVI) a la que Teresa de Jesús tuvo una gran devoción y junto a ella, la Dolorosa de Pedro de Mena (1670). Tras este espacio, la iconografía josefina, también cambiada por el Carmelo, cobra protagonismo. Entre las piezas, un «San José coronado por Cristo», de Francisco de Zurbarán (1640) traído del Museo de Bellas Artes de Sevilla . Concluye el capítulo un espacio dedicado a la Transverberación y el Éxtasis.

Para contemplar el último capítulo, hay que viajar a Alba de Tormes (Salamanca), lugar que vio morir a la religiosa. Las 61 obras que reúne la Basílica de Santa Teresa se centran en la religiosa como «Hija de la Iglesia». Tres facetas se destacan de ella: como «andariega de Dios», su glorificación -el espacio más importante de este capítulo-, y por último, los herederos de su espíritu. Entre las imágenes más bonitas, una Santa Teresa de José de Mena, aunque en este espacio destacan otras piezas sobre las tallas, una arca perteneciente a las Carmelitas de Alba de Tormes donde primero se guardaron los restos de la mística, una carta autógrafa de la Santa y las primeras estampas calcográficas que servirían para difundir su vida y obra por todos los monasterios. Cierran la muestra la gran Vid del Carmelo, un óleo sobre lienzo de Fray Juan del Santísimo Sacramento (s. XVII).

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