noción personal

Anatolio pensionista

alejandro j. garcía nistal

Conocí a Anatolio recién llegado al Bierzo. Ese otoño fue otro de los calificados «calientes» por la prensa. Él, uno de los líderes de los sindicatos mineros, conformaba una de las fuentes más fiables del enésimo conflicto en el sector del carbón. Eran los tiempos de Bembibre versus Bem Beirut, de madrugadas de disturbios, cortes de carreteras, guardias GRS y mineros en pie de guerra. Todo un bautismo de fuego para un periodista en teoría especializado en comunicación política.

El teléfono de Anatolio, aún los pocos móviles eran un elemento de lujo, siempre estaba para la prensa. A cualquier hora los 365 días del año. Ésa era la verdad. Sabíamos que en su oratoria nos arrimaba el ascua a su sardina, pero con el paso de los años uno no tiene más que darle la razón en muchas de sus reivindicaciones. El dinero de Europa, de Madrid y de Valladolid, con las distintas reducciones por el camino, sí llegó, pero de bien poco sirvió. Casi 20 años después todo El Bierzo sobrevive a golpe de fe en la propia tierra, más que en el cambio de modelo que todavía no se ha encontrado.

Anatolio Díez Merino, el minero de Matallana de Torío, pueblo de León, se pasó a la política fina. Formó parte de la Ejecutiva del PSOE leonés. Poco a poco fue desapareciendo de los papeles, de la vida más intensa como presidente de la Federación Estatal de Minería de UGT y al final, tras varios años de política sin perder de vista el sindicato, se jubiló como secretario de los jubilados de UGT en Castilla y León. Y como si de una consagración al final de su carrera, ahora se hace cargo de la Presidencia Estatal de los «jubiletas ugetistas». Genio y figura, el don de la comunicación y el trabajo le han llevado lejos a Anatolio.

Anatolio pensionista

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