medalla de oro de las cortes

Aliste: «Nunca hemos tenido deseos de venganza, pero sí de justicia»

El presidente de las victimas del terrorismo agradece el apoyo «leal» de la región ante resoluciones «odiosas»

Aliste: «Nunca hemos tenido deseos de venganza, pero sí de justicia» f.heras

montse serrador

Con un largo y caluroso aplauso respondió el hemiciclo de las Cortes autonómicas al discurso pronunciado ayer por el presidente de la Asociación Víctimas del Terrorismo de Castilla y León, Juan José Aliste. En nombre de los 150 fallecidos y muchos cientos de heridos, de sus familiares y amigos, recogió la Medalla de Oro de Castilla y León que le hizo entrega la presidenta del Parlamento regional, Josefa García Cirac. Fue una intervención sentida, pero también enérgica y llena de esperanza con la que el capitán Aliste trasladó a la sociedad castellano y leonesa su agradecimiento por la «excepcional acogida de nuestra Comunidad a un número elevado de familias víctimas del terrorismo que han encontrado aquí, en nuestras provincias, ese pequeño remanso de paz para poder superar el duro trance que supone enfrentarse a la pérdida de un ser querido o sobreponerse a las lesiones físicas y a las secuelas psíquicas aún más difíciles de superar».

Agradecido, en definitiva, hasta el punto de que «nos parece que nuestro sacrificio no ha sido en balde», dijo, una afirmación que, en una persona que se encuentra postrada en una silla porque unos asesinos segaron sus piernas en un atentado en Salamanca, da sobradas muestras de su nivel y calidad humana. Es más, aseguró que «nosotros, las víctimas del terrorismo, nunca hemos tenido deseos de venganza, pero sí de justicia, pues siempre hemos creído y seguimos creyendo en el Estado de Derecho, a pesar de que algunas decisiones han vuelto a reabrir heridas que creíamos cerradas». «Han sido decisiones muy difíciles de comprender -señaló- incluso desde las creencias religiosas de muchos de nosotros».

De esta forma, se refirió al momento «convulso y complicado en el que algunos acontecimientos y decisiones, especialmente de índole judicial, nos hacían percibir que las víctimas estábamos siendo olvidadas», aunque «esta distinción nos dice que todavía estamos en la memoria de muchos».

Ante un auditorio atento y emocionado, Juan José Aliste aseguró que «nunca nos hemos sentido solos, porque siempre hemos percibido el apoyo y el calor de toda la sociedad». «Habéis sido leales, constantes y generosos en vuestro apoyo; incluso en esos momentos en los que todos acabábamos confundidos ante resoluciones sosprendentes y odiosas».

Después, recordó «a los cientos de héroes anónimos» y dio las gracias en nombre de «todos los huérfanos que no volverán a ver a sus padres. De todas las viudas que aún sienten en sus mejillas el último beso de sus maridos en tan cruel e inhumana despedida». «Gracias -dijo- en nombre de estas mujeres que han sabido educar a sus hijos lejos del odio y el rencor que los asesinos mostraron hacia sus padres. Gracias en nombre de esos padres que nunca se podrán recuperar de la pérdida de un hijo y se aferran a sus recuerdos para mantenerlos vivos en sus corazones». Recordó también a los miles de amigos y familiares «que están condenados a vivir con la ausencia de un ser querido, despojado de su vida de forma tan absurda y brutal» y también a «los cientos de heridos y sus familias».

Por último, quiso compartir el reconocimiento del Parlamento con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado «porque sois un ejemplo para nuestra sociedad por vuestro espíritu de sacrificio, abnegación y desprendimiento en el servicio a la población».

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