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Tordómar recuerda hoy a los seis fallecidos en una casa rural

Se celebrará una misa con motivo del primer aniversario del incendio que acabó con la vida de tres adultos y tres niños

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abc.es

La puerta de la casa rural Ribera del Arlanza permanece cerrada a cal y canto desde hace un año. El tiempo que resta desde aquel fatídico 22 de febrero en el que una celebración familiar tornó en tragedia y seis miembros de una misma familia de origen asturiano perdieron la vida en un incendio. Trescientos sesenta y cinco días después de aquel fatal suceso, los vecinos de Tordómar siguen conteniendo el aliento cada vez que miran la casa. El recuerdo de aquella larga noche está todavía muy fresco para todos ellos.

Un crespón negro preside la página web Ribera del Arlanza, el espacio que reservó María José Medio, de 59 años, en la Navidad de 2013 para celebrar su cumpleaños junto a los suyos unos meses después. El lazo recuerda a María José y a sus hijas María Medio Fernández, de 36 años, Almudena Medio Fernández, de 35 años, y a sus tres nietos de entre 4 y 6 años, Santiago, Carmen y Manuela. Todos perdieron la vida en una de las dos casas rurales que hay en la localidad burgalesa Tordómar en un incendio causado por la combustión de un cojín de espuma de poliuretano que causó una gran nube de monóxido de carbono en contacto con un foco de luz de las conocidas como lámparas 'quitamiedos'.

Lourdes Álvarez, propietaria de la casa, no ha superado aquello. «Es un horror recordarlo», explicó en declaraciones a Ical. «Dolida y conmocionada», el paso del tiempo le ha dado cierta perspectiva para pensar qué hacer con el idílico inmueble que aquella madrugada de febrero se convirtió en una ratonera mortal. «Es muy duro todo, revivirlo y pensar en esa familia», apuntó Álvarez para quien estos días «no están siendo nada fáciles».

«Mire, lo más complicado ha sido asumir que no hemos tenido la culpa de nada», declaró la propietaria de casa en la que perdieron la vida la mitad de los doce moradores de la familia Medio. Un hecho que ha permitido a Lourdes «pensar mucho» para «ver qué hacemos con la casa». En sus planes más inmediatos se encuentra una obra «integral de la casa». «Queremos borrarlo todo», apostilló. De ahí que en un corto plazo de tiempo una cuadrilla de obreros sea la primera en traspasar el jardín de la casa para poder penetrar en el interior de la vivienda, compuesta por tres alturas, y reformar estancias y habitaciones para «que nada recuerde lo que pasó».

Por el momento, Álvarez ha programado, junto con las autoridades locales del municipio una misa en recuerdo a las víctimas y a sus familiares que se celebrará hoy en la parroquia local. Acto seguido, se plantarán seis rosales en el jardín del alojamiento rural como homenaje a las tres mujeres y los tres niños de la familia Medio. Ningún miembro de la familia asturiana se desplazará a Tordómar porque el dolor «es muy grande todavía», explicó la propietaria.

Detectores de humo

El incendio de la casa rural de Tordómar fue uno de los sucesos más impactantes de las últimas décadas en la provincia de Burgos y en la Comunidad. La muerte de seis miembros de una misma familia en un incendio sin llamas ha servido para aumentar la precaución en buena parte de las viviendas particulares y en una parte considerable de las casas y alojamientos rurales de la provincia y la Comunidad.

En los últimos meses, se calcula que el 20 por ciento de casas rurales de la provincia han instalado un detector de humos. Un aparato que avisa de la acumulación de monóxido de carbono en una estancia y que, de haberse ubicado en la casa de Tordómar, hubiera avisado a los inquilinos de la presencia de un fuego invisible en la planta baja de la casa.

El preocupante aumento de incendios desatados en viviendas en todo el país en los últimos doce meses ha propiciado que los responsables del Cuerpo de Bomberos de todo el país recomienden la presencia de detectores de humo en las viviendas. En comunidades como en el País Vasco, los efectivos antincendios han lanzado una campaña de concienciación y han alertado de que la crisis no puede ser sinónimo de tragedia. Por ello recomiendan revisar la instalación eléctrica de las casas, evitar el uso de aparatos de calefacción precarios y eliminar braseros y otros utensilios altamente peligrosos.

Foco de luz y un cojín

Aunque en la casa rural de Tordómar se revisaron todos los aparatos eléctricos y no se produjo ninguna negligencia por parte de los propietarios de la casa, como confirmó el informe judicial, la mala fortuna quiso que un foco de luz penetrante de una lámpara usada para dar luz durante la noche entrara en contacto con un rodapié y un cojín de espuma de poliuretano pasadas las doce horas de aquel 22 de febrero. Expertos consultados indicaron que el cojín pudo combustionar en cuestión de minutos propagando desde la planta baja una humareda mortal. La peor parte se la llevaron las personas que dormían en la última planta de la casa, la buhardilla. Todos fallecieron.

Solo un ocupante de la vivienda despertó y pudo salir por una ventana para dar la voz de alarma. Los vecinos de Tordómar no tardaron en darse cuenta de la magnitud de la tragedia. Muchos de ellos se encontraban en un bar cercano a la vivienda afectada, el bar Pescador. “Salieron todos los chicos del bar y fueron a ayudar. Muchos de ellos sufren quemaduras”, explicó a Ical un vecino de avanzada edad a quien los gritos sacaron de la cama esta madrugada. «Es una tragedia muy grande para todos», lamentó horas después del suceso.

Héroes que no olvidan

Consternados por la tragedia, los apodados como 'Héroes de Tordómar' no quieren hablar de lo sucedido. Algunos han precisado ayuda psicológica y ninguno de ellos ha logrado olvidar lo que vieron al entrar en la casa. Daniel Moreno, Rodrigo Pérez, José Manuel Palomo, Raúl Campos y dos hermanas, Yolanda y Noelia Alonso, pasaban la noche de viernes en el bar de la familia de uno de ellos, como casi todos los viernes frío de invierno. Una noche por estirar que quedó marcada después de que uno de ellos viera desde la ventana del bar una humareda y escuchara los gritos de auxilio de un hombre, el marido de una de las fallecidas. Pese a que los jóvenes lograron salvar la vida de cinco inquilinos, arriesgando sus propias vidas, les queda la espinita de «haber hecho más». El tiempo y la mala suerte jugó en su contra. Todos recibieron de manos del presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, la Medalla de Oro al Mérito de la Protección Ciudadana por su heroica actuación.

Una familia rota

Oriunda de Asturias, la familia Medio se encontraba dividida entre su querida Asturias nata y la capital madrileña donde residía una de las hijas de la abuela Medio junto a su marido. De ahí que la matriarca de la familia, María Jesús Medio, buscara el medio de reunir a los suyos cada año. El año 2014 la localidad elegida había sido Tordómar por la buena conexión de la población con Madrid y Asturias. La abuela, enfermera en la capital gijonesa, dormía en la buhardilla junto a tres de sus nietos y dos de sus tres hijas. Fueron los que peor parados salieron del incendio.

La hija pequeña de María José, Dolores Medio, de 33 años fue la única de las hermanas supervivientes. Residente en Madrid, era madre del pequeño de todos los nietos de los Medio, de sólo siete meses. Los tres miembros de su hogar se salvaron, al igual que los maridos de las dos hermanas fallecidas, Ignacio Fuentes y Luis Fidalgo.

Ninguno de los miembros de la familia Medio acudirá al acto que conmemorará la tragedia. La propietaria de la casa rural explicó que «están muy tocados» por lo sucedido y prefieren no tener que revivir aquello en el lugar. Si que estarán los vecinos de Tordómar. Los mismos que aquella noche de sábado no dudaron en salir de sus casas para ayudar a una de las tantas familias que cada fin de semana pernoctaban en la casa rural de la entrada del pueblo. Para ellos el 22 de febrero también queda marcado. No olvidan lo ocurrido pero también quieren pasar página y recibir pronto a nuevos moradores en su pueblo. En una casa que cambiará de nombre y que mantendrá en su jardín un recuerdo vivo a la familia Medio.

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