corazón de león

Poesía en la Universidad

vicente ángel pérez

En España hay 82 universidades, que se dice pronto; más, incluso, que puentes de Calatrava, que ya es decir. Y, por supuesto, más que diputaciones provinciales, que ya es el colmo. En España hubo un tiempo, no muy lejano, en el que los políticos de turno despachaban universidades como si fueran cafés: para todos, que cada café es un voto y cada universidad un caladero de votos y un coladero de titulaciones. En provincias, a los niños los llevaban a la guardería del barrio hasta que se hacían escolares y sus padres los matriculaban en el colegio o instituto al lado de casa. Y llegada la época universitaria, el autobús que en pocos minutos los ponía a las puertas de la facultad. Y, terminada la carrera, de nuevo a cruzar la acera para trabajar en el despacho de sus padres o para «emprender», como se dice ahora, un negocio en el barrio. Así, hasta la jubilación… Si no hubiese sido por ese gran invento del Erasmus, la vida de muchos jóvenes de entonces, y de ahora, se hubiera reducido a cambiarse de acera: de casa, a la guardería; de la guardería, a casa; de casa, al colegio; del colegio, a casa; de casa, a la universidad; de la universidad, a casa; de casa, al trabajo; del trabajo, a casa. Y de casa, a la jubilación sin pasar por aquellas experiencias vitales de antaño, cuando los jóvenes leoneses, con enorme esfuerzo económico de sus padres, se lanzaban a la incierta aventura de Madrid, Salamanca, Oviedo, Valladolid…, cunas de universidades de prestigio intelectual, hoy tan devaluado como el café descafeinado.

Este viernes el Gobierno ha aprobado un decreto para reformar el sistema universitario que va a traer no poca polémica. Resulta que ahora muchas de las carreras que antaño eran de cinco años, se reducen a tres con opción a dos másteres de pago, que a saber qué es eso. Sí, antaño había carreras de tres años, por ejemplo las de peritos de minas (hoy, en el siglo de los eufemismos, llamados ingenieros industriales) o las de aparejadores (hoy llamados arquitectos técnicos). Pero, por lo visto, Europa dice que con tres años, cualquier alumno es licenciado universitario. Y España, como es Europa, pues a continuar dándole a la manivela de esa máquina de parados que es la Universidad.

Malos vientos, de nuevo, para las universidades, que no levantan cabeza desde hace años. Al menos, el arma de la poesía se alza estos días en la Universidad de León con la convocatoria de su V edición cuyo plazo de entregas concluye el próximo día 15. El gran Jaime Siles fue el primer premiado. Sí, incluso entre las cenizas, la llama de la poesía no sólo no se apagará, sino que, a la larga, iluminará universidades, vidas y mundos. Universidad y poesía, ese matrimonio hoy imposible que sólo en León se bendice.

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