NO SOMOS NADIE

19 días

ANTONIO PIEDRA

De no haber sido por la iniciativa de la sociedad civil -y me refiero en concreto a la Asociación Salvar el Archivo de Salamanca, y a algún que otro pirado como el que aquí suscribe, que ha escrito en ABC y en otros medios cerca de 200 artículos al respecto-, el Archivo de Salamanca sería hoy exactamente lo que el nefasto y sectario ZP proyectó: un erial de conocimientos, una piqueta de la historia, una pira ardiente de documentación incómoda, una revancha llameante de los enemigos de la nación española, un expediente X para una cultura propia de alienígenas y, sobre todo, el paradigma reventón de cómo un político bananero, como el falso leonés, quiso convertir un hecho histórico contado por documentación objetiva en una venganza caprichosa plagada de frivolidades tercermundistas.

La llegada de Rajoy al poder constituyó para el elector ilustrado, y para el más normalico en saberes culturales e históricos, la gran esperanza blanca. Pero de inmediato descubrimos un fraude monumental porque, al modo más zafio del zapaterismo remendón, convirtió el Archivo de Salamanca en una moneda falsa para pagar favores ocultos al nacionalismo separatista y trasnochado. No sólo no derogó leyes infames para el Archivo, sino que alentó su destrucción sosteniendo en el cargo a personajes tan nefastos como Severiano Hernández y a todo un Patronato plagado, en su mayoría, de zapateristas con cazo. Resultado final: más atropello cultural, más robos sistemáticos, más mentiras sostenidas, y más desmadre legal en ascenso.

¿Cómo está en estos momentos precisos -a día de hoy- el tema del Archivo de Salamanca? Pues en una etapa decisiva, gracias de nuevo a la sociedad civil, y a pesar de estos políticos que mienten como sienten, y que sienten lo mismo que Napoleón cuando escribía que «la política es una casa de putas en la que las pupilas son bastante feas». De esta frase tan descriptiva se apropió la bellísima Marlene Dietrich, y la repetía sin reparo cada vez que en su tiempo saltaba un escándalo político como el desguace del Archivo de Salamanca. El robo sistemático de papeles y legajos por parte de la Generalitat -con la anuencia de Rajoy- ha pasado a los tribunales, y es de tal magnitud que incluso el Tribunal Superior de Cataluña acaba de dar a la Generalitat 19 días para que conteste a latrocinio tan repugnante.

Los colores se le han subido al propio Rajoy. Así que ahora mismo hasta los peperos más zapateristas del orbe monclovita como el alcalde de Salamanca se montan al carro de las devoluciones. Menos exigencias, Caperucita encarnada y magnolia desvaída. En tres años lo único que habéis pedido es que se cumpla la ley zapateril. Y vive Dios, que lo habéis hecho a las mil maravillas: descontrol absoluto, venga alegrías al separatismo cañí, y caña ensartada en fidelidad mastuerza a los gilipuertas de Castilla y León. Qué vergüenza, troncos.

19 días

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