opinión
Escribir bien y correctamente
«Escribir con corrección implica un cierto orden mental y es manifestaci-ón del amor que se tiene a la lengua»
Las lenguas con el uso evolucionan. En ese transcurso temporal y social se producen cambios importantes que quedan reflejados en la forma de escribir y hablar. Nos es extraña la ortografía de los documentos de otras épocas y nos resultan incomprensibles algunas palabras y la ortografía de la primera obra de teatro en castellano, Auto de los Reyes Magos. Tampoco hay que irse tan lejos, basta leer textos de hace unos doscientos o cien años para comprobar cómo ha evolucionado el lenguaje y su escritura.
Pero desde hace tiempo existe una lucha para restablecer una ortografía común y correcta para todos los hablantes. Es cierto que muchas reglas son cuestionables y podría haberse optado por otra diferente, pero una vez decidida y aceptada por quien tiene la autoridad que es la Real Academia de la Lengua, cuyo lema es «limpia, fija y da esplendor», deberíamos someternos a las normas ortográficas que marcan el uso correcto del lenguaje.
Siempre hay quien se rebela, como Juan Ramón Jiménez que siempre utilizó la «j» cuando a veces tenía que usar la «g». Pero son excepciones. Lo que está ocurriendo ahora como el mal uso y abuso de la ortografía, sobre todo en los mensajes cortos de la telefonía móvil y en los códigos de comunicación de los más jóvenes, se ha calificado de desmadre y despropósito, pero no deja de ser una forma de comunicación aceptada por una y otra parte.
¿Hasta dónde se puede admitir el cambio? El límite lo marca el uso correcto del lenguaje como medio de comunicación entre las personas. Si la ortografía no permite el entendimiento entre el que escribe y el que lee de forma universal dentro de una lengua, en ese caso, se está usando mal el lenguaje y su ortografía. Pero también conviene conocer los matices. No lo es mismo decir «uso» que «huso». El primero tiene el sentido de utilizar algo, un instrumento; el segundo se refiere a las zonas horarias de la tierra, a una aguja para cardar la lana. Así podríamos poner más ejemplos en los que la ortografía es fundamental para entender a qué nos estamos refiriendo y no provocar equivocaciones.
No quiero mostrarme como un inquisidor del lenguaje, ni como un fundamentalista de la ortografía. Admito la evolución de una lengua y sus cambios, pero en un contexto concreto, en un momento histórico y temporal determinado, existen unas reglas que debemos observar para mejorar la comunicación y no distorsionar la convivencia entre nosotros.
Escribir correctamente también tiene un sentido estético, implica un cierto orden mental y es manifestación del amor que se tiene a la propia lengua en la que expresamos sentimientos íntimos, declaramos el amor a otra persona, exteriorizamos nuestros gozos y alegrías y manifestamos nuestros deseos de ser queridos, comprendidos e integrados en una comunidad.