corazón de león

Cuando el grajo...

vicente ángel pérez

El viejo y sabio refranero acierta, al menos en temas de meteorología, más que el «hombre del tiempo» de la tele a pesar de las modernas técnicas, satélites incluidos, de los que se sirve: «Cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo». Y punto. Ni satélites ni isobaras, ni la Agencia Estatal de Meteorología, antes llamado Instituto Nacional de Meteorología (con Zapatero lo nacional se convirtió en estatal), pueden alcanzar la precisión de un vulgar refrán. Y, en efecto, por esta época y por estas tierras, los grajos apenas levantan el vuelo y el frío de nieve baja de los montes, pela el cutis y se cala en los huesos. Y la niebla mañanera, como mortaja, oscurece miradas y silencia sonidos.

Por León no sólo los grajos vuelan bajo. También existen unas aves que, haga frío o calor, apenas levantan el vuelo. Son conocidas como «pájaros de hierro» y anidan y dormitan en los hangares del aeropuerto de La Virgen del Camino, ese aeropuerto que iba a ser internacional (de nuevo el ingenuo Zapatero) y que ha devenido en una ruina. Antaño, cuando las vacas gordas de universidades para todos (82 existen hoy en una España de 50 provincias), de Musac para todos, de puentes de Calatrava para todos, de autopistas para todos (la de Astorga-León, otra ruina), de auditorios para todos, de derroche a espuertas…, qué menos que un aeropuerto para todos. Y de aquellos lujos, estas miserias.

Ahora hay un grupo de empresarios leoneses que pretende levantar el vuelo de los congelados pájaros de hierro que hibernan en La Virgen del Camino. Al parecer, quieren empezar por el principio, que es una perogrullada en la que no habían caído los hasta hoy gestores del aeropuerto, que pensaban que los ingleses, franceses y alemanes iban a volar en masa a León para tomar vinos en el Barrio Húmedo. Empezar por el principio es, en sensata opinión de los veterinarios de los agonizantes pájaros de hierro, apostar por lo rentable, o sea, por los vuelos a Barcelona y poco más. Y bajarse de las nubes soñadas por inexpertos políticos e ingenuos ciudadanos. No será fácil el empeño, pues hace tiempo que los aviones en León no sólo vuelan bajo, sino que siquiera despegan. Con una media de 64 pasajeros diarios en 2014, un aeropuerto es una ruina.

Y en éstas, en este año electoral, el Gobierno anuncia que otra ave anidará en León. Fue también un ave anunciada cuando las vacas gordas, cuando el monte era orégano. Llegará, por fin, el AVE, dicen. Madrid-León en hora y cuarenta y cinco minutos. Otra estocada al aeropuerto y no pocas sombras e incertidumbres sobre la rentabilidad de un tren que fue un sueño y ahora es una preocupación. Tal vez llegue tarde, muy tarde.

Vuelan muy bajo los grajos por estas tierras. Y la primavera parece tan lejana...

Cuando el grajo...

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