corazón de león
Berlín Vintage
Lo escribió el sabio Marco Tulio Cicerón hace XXII siglos, que ya son siglos: «Estos son malos tiempos. Los hijos han dejado de obedecer a sus padres y todo el mundo escribe libros». Pues así pasen los siglos, las generaciones, las guerras, los gobiernos, los ministerios de Cultura, los de Familia e incluso los de Igualdad; así pasen los tiempos, la sentencia del gran Cicerón quedará grabada por los siglos de los siglos de la Humanidad. Hoy, ahora, en el XXI después de Cristo, los hijos siguen sin obedecer a sus padres y cualquier ágrafo escribe libros. Son malos tiempos, sí, y no sólo para la lírica.
Hay dos épocas en el año en las que el libro reluce más que el sol: en Navidad y en la primavera. Las editoriales encargan a los escritores un libro para que la gente lo regale en Navidad y otro para firmarlo en la Feria del Libro. Es el negocio; el rentable agosto de los editores. Y así, en invierno y en primavera florecen libros de hoja caduca que se marchitarán antes de que llegue la siguiente estación. Son esos libritos de usar y tirar, tan habituales en las estanterías de los supermercados, cuyos autores son, por lo general, famosillos de la tele o del periodismo que escriben, o les escriben, un tocho repleto de nimiedades y banalidades, pero de venta asegurada por la promoción que reciben de sus teles o de sus periódicos, así como de su fama: véase Joaquín Sabina, el cantante que hace unos diez años publicó unos «sonetitos» que se convirtieron en el libro más vendido durante más de treinta semanas… o quinientas noches.
Está el panorama editorial español como en tiempos de Cicerón, pues ahora lo que vende son las memorias de Belén Esteban o los amoríos de María Teresa Campos. Por no citar a ese Boris Izaguirre que hizo fama en España por bajarse los pantalones en la tele y que ahora es considerado un escritor de pro. O el ya eterno académico Pérez-Reverte, que agotado de explotar la mina de oro de su capitán Alatriste, ahora se dedica a enmendarle la plana al mismísimo Cervantes con una versión de «El Quijote» para seguir viviendo, y bien, del cuento.
En este solar editorial en el que Lara y compañía campan a sus anchas y deciden qué hay que leer y a quién hay que leer, aparece, como un extraño objeto en el desierto, un tipo por nombre Óscar M. Prieto, que ha escrito un libro de autor, un libro serio, en toda la extensión de la palabra. Es un sabio ciceroniano nacido en Benavides de Órbigo (León), un joven ilustrado, leído y educado en la Filosofía, el Derecho y la Historia. Y su libro «Berlín Vintage» (Tropo Editores) es un regalo único en estos malos tiempos en los que todo el mundo escribe libros.