noción personal
Tenemos que reaccionar
Por motivos de trabajo ayer pasé el día en Zamora, capital guapa donde las haya. Hacía tiempo que no la visitaba y, a pesar de los inconvenientes, me agradó sufrir las obras de la autovía que unirá Zamora con Benavente. La bipolaridad de esa provincia hermana se dulcificará compartiendo lo más importante: personas y mercancías. Los zamoranos saben salir adelante, también sufren como en otras provincias de nuestra Comunidad, los dos males a mi juicio peligrosísimos, a saber, decisiones importantes que se toman lejos de conocer la tierra y las gentes para las que se toman y, cómo no, la despoblación. Entre Orense, León y Zamora se podría hacer, valga el humor negro, una reserva del paisano
Llevar el médico, la luz, el agua, el colegio y hasta el consuelo del sacerdote es toda una machada que solo diputaciones, Junta y obispados conocen. La calidad de vida por lo sano y tranquilo puede convertirse en un veneno mortal: morir por inacción.
Tenemos que reaccionar. Nuestros gobernantes, incluidos los alcaldes, tienen que pensar en fórmulas de incentivar no solo la natalidad, sino garantizar en la medida de lo posible los derechos básicos de sanidad y educación a todos sus ciudadanos.
Vivimos en un planeta de grandes metrópolis, la comunicación y la economía actúan con mentalidad global, pero en la rapidez se pierde la esencia de muchas de las cosas importantes. Los que hemos huido laboralmente de Madrid, a pesar de ganar más, trabajar quizás en mejores niveles y tener la sensación de estar en el centro de las cosas; sabemos que existe un mecanismo de engaño en todo ello. Tiempo y dinero perdido en transporte, problemas de aparcamiento, inhumanidad en las relaciones de todo tipo y en casi todos los contextos y una gran sensación de vacío existencial cuando llegas al final de la jornada a tu hogar, perdón, tu espacio de recarga.