Perversión del lenguaje

¿Los usos y costumbres o la ideología con sus transformaciones conforman el lenguaje o este con palabras moldea la sociedad? La discusión está planteada desde tiempo atrás y según escuelas la balanza se decanta en uno u otro sentido. El lenguaje no es inocente y el sentido de las palabras configura un discurso y un pensamiento. La consolidación de Podemos, con todos los atributos de la casta, ha implantado una sociolingüística cargada de intención, que cala en otras formaciones políticas, como el PP, de manera inconsciente, y de forma más deliberada en el PSOE. La selección de palabras es concreta, bien articulada y definidora de unos conceptos con los que Podemos se propone transformar la sociedad española y daría pie a un artículo científico.

Ejemplo de una de esas palabras, participativo, que adjetiva la democracia, como con Franco la democracia se calificaba de orgánica. Caben dos objeciones, la primera conceptual, la democracia como el café cuando se agua con matices, se pervierte. Ocurrió en la dictadura, lo pretende el populismo bolivariano. En apariencia, participativo ensancha la presencia del pueblo en la legislación, porque el legislativo propone leyes que para su aprobación necesitan el refrendo de una población articulada de manera asamblearia a través de las redes sociales. Así la potestad legislativa la ostenta el pueblo y la cámara se transforma en un órgano de gestión. Vattimo en un ensayo ya propuso este sistema para la Venezuela chavista; pero con el pretexto de pulsar la voluntad popular el sistema democrático se corrompe, porque la facilidad para manipular una asamblea es fácil, todo el que haya manejado hilos lo sabe. Esta vez el lenguaje no pretende la precisión del habla sino el cambio de sistema.