No somos nadie

La cesta de la risa

antonio piedra

Si aún le queda ingenio y algo de dinerillo, no lo dude un instante: meta en su cesta navideña un libro para reírse con ganas como «La fuente del Jajajá», que publicó hace unos días el humorista de ABC JM Nieto. Se trata de una tradición tan castellana como terapéutica que ya recomendaba Lope de Vega en vísperas de Navidad cuando ponía en boca de Panduro la forma más blanda para digerir el turrón en días tan entrañables: «Si humor gastar pudiera/ con más salud sospecho que viviera». O sea, justo lo que necesitamos los españoles en esta navidad tan loca que no se sabe si Podemos nos meterá paletilla de jabugo o si el PP con el PSOE nos regalarán rabadilla de Gedeón en coalición con los últimos filisteos.

Para encajar con donaire éste y otros enredos con los que nos asombra la política de cada día –ayer sábado nos dispararon la última encuesta como un empaste en la riñonera–, JM Nieto ha ideado unos personajes entrañables que recorren la Meseta, y también las cárcavas de la España invertebrada. El «Comando Chindasvinto», y la recua que titula «fe de ratas», son realmente un poema con su fe de vida y con su filosofía propias. Unos y otros –desde las almenas de un castillo o desde el señorío rugiente de las cloacas– responden por arrobas a los problemas concretos de la ciudadanía como lo hacía Platón en su tiempo cuando se venían abajo los argumentos: hay que buscar la broma, decía, allí «donde la seriedad sólo ofrece resistencias».

Esta dialéctica tan sofisticada –el único sentido que aguanta sonriente la humanidad libre– JM Nieto lo borda: donde coloca una viñeta, los políticos se inquietan y la ciudanía descansa. Casi todos los políticos castellanos y leoneses, y muchos nacionales, desfilan por estas estampas como por un chiste. Pero se trata de una chanza sutilísima, pues el filo que cabe entre la risa y el duelo apenas resiste un pelo. Si habla de corrupción e inmovilismo, las ratas hacen metafísica con ganchillo: «¿Las estrellas están fijas?». «No», responde la ilustrada.Y replica la casquivana: «Pues pobrecillas». Si piensa en democracia, la ocurrencia en medio de la inmensidad del páramo suena a fusta unamuniana: «¿Qué se puede hacer aquí con un rodillo?».

Y así hasta el infinito de las situaciones absurdas y reales que la política jalea hasta los ecos de un laberinto, y que el buen humor de Nieto resuelve en un telegrama de avena: «Señor, yo me pregunto una cosa –se dice así mismo un político perdido en la llanura–, ¿cuando creaste Castilla y León, ¿verdad que tú también diste bandazos?». Cada viñeta que Nieto nos mete en la cesta de la risa equivale a una diferencia inteligente. Con un buen cómico nos reímos hasta de la risa, pero con un buen humorista como Nieto, consciente o inconscientemente, pensamos lo que reímos. Y así olvidamos en parte el veneno de la política.

La cesta de la risa

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