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«El secreto está en la siesta»

Con 108 primaveras, la palentina Máxima Junquera Benayas se ha convertido en una de las personas más longevas de Castilla y León

«El secreto está en la siesta» www.urbon.net

d.a.

Apropiándose del título de una oscarizada película , se podría afirmar que «Castilla y León si es país para viejos» . La región, en la que más de 1.200 personas han soplado, al menos, 100 velas en su tarta, duplica el porcentaje nacional (0,02%) de población centenaria con un 0,05 por ciento. Unos datos que, provincias como Ávila, primera de España en número de personas mayores de cien años, se eleva hasta el 0,1 por ciento. En Palencia, según el INE, esta cifra se reduce hasta el 0.042%.

Dentro de este club de privilegiados se encuentra la palentina Máxima Junquera Benayas. A sus 108 primaveras, recién cumplidas el pasado 16 de octubre, una de sus seis hijas, Carmina, reconoce que su madre bromea en que el secreto de su longevidad se encuentra en «la siesta». «Toda la vida se ha echado la siesta, ella bromea con que ahí está el truco», reconoce. Pese a su avanzada edad, Máxima mantiene un envidiable estado de salud, tanto físico como mental. «No usa bastón y está muy bien de la cabeza», apunta Carmina.

Hija de Valentín Junquera García y Juana Benayas Junquera, recibió el bautismo en la iglesia de San Esteban un lejano 21 de octubre de 1906. Después de soplar más cien velas, esta palentina se ha ganado el derecho a despertarse cuando quiere, algo que suele hacer al borde del mediodía. Para esta centenaria mujer, «que siempre ha sido mucho de casa y poco de la calle», se divierte contemplando como fluye la vida de la capital palentina desde una de las principales arterias de la ciudad. «Le gusta asomarse por la ventana y ver a la gente caminando», señala su hija, al tiempo que sonríe al reconocer que «tiene suerte, le pilla un semáforo cerca».

«No le gusta la fruta ni la verdura»

Máxima se casó con Patricio Urbón con el que tuvo seis hijos, Elena, Luís, Jesús, Carmen, Maria Isabel y Braulio. Viuda desde hace «casi 20 años», esta vitalista mujer reconoce que «no le gusta la fruta, ni la verdura, ni beber agua». Una suerte de genética eterna que la permite, a sus 108 años, «comer lo que quiera». Carmina destaca la alegría que emana su madre, la cual ha sido testigo de más de un siglo de la historia de España.

«El secreto está en la siesta»

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