Decisiones reveladoras

Un proceso de primarias no puede ser excluyente y significar que quién no gana se tiene que inmolar. De ser así, estaríamos ante un sistema perverso que para nada representa la democracia interna. Por eso no es admisible la justificación de Luis Tudanca de que la ejecutiva de Burgos se va para facilitar la tarea del candidato que ganó las primarias en la capital, Daniel de la Rosa, quién se impuso a la candidata oficialista, Esther Peñalba.

Hasta ahora se veía como razonable que cuando un líder político salía derrotado en un proceso electoral contra el rival de otro partido, pudiera asumir responsabilidades en aras de buscar una renovación que permitiera coger impulso al partido. Pero que por un proceso interno toda una ejecutiva se vaya, denota una división que raya en lo personal y que hace imposible la colaboración que, en la teoría, es lo que deben de promover unas primarias.

La lógica política establece que quién gana un proceso interno, cuando hay más de un candidato, debe sumar los apoyos de quién no ha ganado para, todos a una, afrontar el reto político de turno. Sin embargo lo que ha pasado en Burgos, que es la tierra del nuevo secretario regional socialista, denota una profunda división, que aflora como una especie de justificación para no unir las fuerzas ante las próximas elecciones.

Ayer la portavoz socialista en las Cortes, Ana Redondo, manifestó en la entrevista de los martes de la Cadena COPE y ABC, que el partido debe estar por encima de las personas y se debe sumar en la defensa de los interese del mismo. Al PSOE le queda camino por recorrer para lograrlo y lo visto en Burgos es un capítulo más de lo abiertas que siguen las heridas en esta formación política.