el callejón del gato
Discursos sólidos
de vez en cuando viene bien oxigenarse con la percepción y el conocimiento de lo que ocurre más allá de unas limitadas coordenadas territoriales, y estudiar dos trascendentales discursos pronunciados por Francisco la semana pasada en un foro de occidente y otro islámico, en Estrasburgo y Ankara. Ambas intervenciones se sustentan en la solidez intelectual y la coherencia existencial de Bergoglio y arrojan mucha luz para la gobernación del aquí y el ahora. Enfrenta a los gobernantes de comunidades muy diferentes con la obligación de profundizar en conocimientos y formar su inteligencia, para afrontar los retos de la civilización contemporánea con decisiones responsables que surjan del ámbito de su conciencia, con la finalidad de fomentar la dignidad de la persona, la paz entre los pueblos, erradicar la violencia y coser las desigualdades con el hilo de la solidaridad.
No se trata de intervenciones religiosas, sino de reflexiones antropológicas, que deberían sustentar soluciones temporales a problemas concretos, afrontadas desde posiciones ideológicas diferenciadas, pero siempre con respeto a la libertad del individuo y al establecimiento de condiciones que permitan el desarrollo digno de la persona. Con estas premisas, Bergoglio ha puesto el dedo en la llaga sobre cuestiones candentes: el economicismo, que prima la gestión y favorece la «cultura del descarte» del individuo y la discriminación; la denuncia del fundamentalismo, irracional y siempre violento, que siega vidas, viola derechos o desarraiga a pueblos de su emplazamiento natural; y la tiranía en el ejercicio del poder que por tecnicismo o fundamentalismo olvida a la persona, la despoja de su dignidad y fractura al pueblo de sus gobiernos.