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León a lo grande
«León tras las sebes de un ayer» constituye un baluarte documental y fotográfico que defiende los orígenes de la ciudad. Reúne casi 300 fotografías antiguas, en algunos casos inéditas, además de otros documentos
Muy de vez en cuando, y de una manera absolutamente extraordinaria y jubilosa, uno asume la rara certeza de que aferra un tesoro de papel entre sus manos nada más rozarlo con las yemas de los dedos, una joya bibliográfica que trascenderá en el tiempo y que aumentará aún más su valor con el discurrir de los calendarios. Esa sensación me ha invadido, con una admiración que se acrecentaba por momentos, al recorrer las páginas de la última entrega literaria del escritor y editor leonés Gregorio Fernández Castañón; un libro que se escapa de lo común, no solo por su exagerado formato, sino en especial por la dimensión de gran volumen que le otorga su exuberante contenido histórico, etnográfico, urbanístico y monumental.
León tras las sebes de un ayer, que así se titula la mastodóntica obra del autor de Otero de Curueño, manifiesta de manera palpable a lo largo de sus más de doscientas sesenta páginas de talla XL el amor que su creador siente por esa tierra que le vio nacer y en la que reside; pero certifica también, de manera inapelable, el respeto y el cariño que profesa a todos aquellos a los que de forma particular y personalizada va dirigido cada cuidado ejemplar del libro. Y digo particular y personalizada, porque -además de constituir un baluarte documental y fotográfico que defiende los orígenes de la ciudad de León tal y como en la actualidad la conocemos, además de mostrar casi trescientas fotografías del León antiguo (en muchos casos originales e inéditas), una acuarela que reproduce el escudo de la ciudad, tres pergaminos, dos litografías, un plano de la urbe en torno al año 1900, cinco cronolitografías, tres grabados, dos programas de teatro, un impresionante desplegable de casi un metro que muestra la ciudad a finales del siglo XIX, un facsímil de una postal-librito de la catedral gótica, y numerosos dibujos y documentos- cada volumen es único, exclusivo, original y diferente. Incorpora, por si no fueran suficientes los aditamentos ya referidos, una postal que el autor dedica de forma manuscrita al receptor de cada libro, y que va resguardada en un sobre que el propio Fernández Castañón ha pegado a mano, con esa pasión minuciosa que le caracteriza y que transmite a cada una de sus obras.
Las palabras justas
Asegura el tópico que una imagen vale más que mil palabras, pero estoy en condiciones de afirmar, sin miedo a equivocarme, que en este caso cada pie de foto añade, a mayores, las palabras justas para dar todavía un sentido más aleccionador a la fotografía que acompaña. Y así el lector podrá descubrir -junto a vestidos de época, rincones antiguos, edificios derruidos y reemplazados, espacios reformados o reconvertidos y un sinfín de datos y de detalles-, explicaciones reveladoras como la que escolta a la escena de la fábrica de curtidos que, años más tarde, el régimen franquista convertiría en el campo de concentración de Santa Ana, donde estuvieron recluidos los presos catalanes capturados durante la Guerra Civil. Esa imagen, sin ir más lejos, que además de ser original era inédita hasta que este libro la ha descubierto, aporta un significado enorme para conocer la historia de la posguerra en León.
Pero huelgan más palabras prescindibles, abran de par en par las puertas de esta ciudad convertida en libro, y disfruten de León a lo grande.