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En caída libre

Las compañías profesionales de Castilla y León asumen una «economía de guerra» ante la pérdida de funciones, espectadores y recaudación que sufren desde el año 2008

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josé gabriel lópez antuñano

Las artes escénicas y el teatro en particular tocaron el cielo en 2008. Según los datos recogidos en los anuarios de la Sociedad General de Autores de España (SGAE), en ese año se celebraron un total de 74.949 representaciones, con una asistencia de 19,5 millones de espectadores y con una recaudación total de 260,6 millones de euros. De estas cifras, el teatro ofertaba 68.573 funciones, con 16,6 millones de espectadores y 200,3 millones de euros en taquilla.

Castilla y León gozó de esta honda expansiva y en el estudio publicado por la asociación de compañías teatrales de la comunidad (Artesa), se analizaban con optimismo tanto los datos como la trabazón de un tejido teatral estabilizado y con proyección hacia el futuro, después de bastantes años de esfuerzo por consolidar el sector.

En 2008, asistieron en la región un total de 1,1 millones de espectadores a un total de 4.825 funciones, dejando 4,7 millones de euros en taquilla. Las cifras globalmente eran estimables aunque, analizadas en profundidad, arrojaban dos debilidades preocupantes. El número de espectadores por función permanecía estabilizado en torno a los 250 por función; es decir, se experimentaba un leve crecimiento, unos 25 espectadores/función, en relación con los diez últimos años. Por otra parte, se constataba un dato más alarmante, el precio medio de una localidad sólo ascendía a 4 euros.

Esta última cantidad indicaba que se había producido una quiebra, en lo que durante muchos años había sido la regla de oro del teatro, la adaptación de la producción teatral y los salarios de los miembros de las compañías al ingreso de las taquillas. Cierto que esta ley de mercado es peligroso esgrimirla cuando se examina una actividad cultural, porque la cultura es un intangible que no se mide con dinero y necesita de apoyos públicos, como los espectáculos líricos, las orquesta sinfónicas o el mantenimiento de los museos.

Lo peor para el teatro quedaba por llegar: desde 2009 hasta 2013 la pérdida en los tres capítulos ha seguido en línea descendente, situándose en 2011 el año de mayores pérdidas porcentuales en relación a ejercicios precedentes. Según los datos de la SGAE, en 2013, las funciones ofertadas caían a 3.084, con el agravante de la pérdida de 517 representaciones de 2012 a 2013 (un 14,4% menos); asimismo descendían el total de espectadores y el promedio por función (633.543, un 53 % menos de público que en 2008, con una media de 205). La recaudación ha decrecido hasta 2,2 millones de euros, más de la mitad, con un promedio por entrada de 3,4 euros.

Ante este panorama, muy tocado por la crisis económica, las compañías profesionales de Castilla y León han asumido «una economía de guerra» y la práctica de otras actividades que sufraguen los mermados ingresos por la actividad artística. Sobreviven con bajadas de salarios, menos riesgos artísticos y con actividades como talleres, cursos u ocupación de nuevos espacios.

La precariedad del sector es uno de los problemas, pero otros derivados es la no creación de nuevas empresas teatrales y la escasa contratación de actores o equipos artísticos jóvenes, que se ven forzados a emigrar a Madrid o Barcelona, que también han sufrido las consecuencias de la crisis, pero donde mueven una mayor oferta y donde las televisiones o las agencias de publicidad requieren de jóvenes intérpretes.

La complicación en Castilla y León deriva de la práctica inexistencia de sector privado para la organización de eventos, programaciones o festivales. Los ayuntamientos, titulares de los teatros, u otras administraciones que impulsaban festivales, ciclos o teatro de calle, han recortado mucho los presupuestos dedicados a las artes escénicas, repercutiendo en la oferta a los espectadores y en la contratación de compañías. Sólo el Ministerio de Educación y Cultura ha intentado paliar el golpe con el plan Platea, que activa las contrataciones en los teatros de titularidad pública.

En este páramo, el teatro Calderón de Valladolid, además de seguir con su oferta de abono, se ha preocupado de las compañías locales y les ha abierto las puertas para la programación de espectáculo o realización de otras actividades. El LAVA de Valladolid, realiza programas para jóvenes creadores y el Festival de Teatro Clásico de Olmedo mantiene el tipo con una buena programación , gracias a la gestión de la corporación municipal.

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