la sombra de mis pasos
El hambre no se ve
Ana Mato, que fue la niña de sus ojos, dimite. «’Crónica de una muerte anunciada» -políticamente hablando- y se pierde el foco de las cosas buenas, las que de verdad importan. En Burgos, la solidaridad de una ciudad entera unida, que no hundida y que a buen seguro renacerá de sus cenizas. En Valladolid, el Banco de Alimentos se lanza a las calles una vez más, como en tantos lugares de España cada día, con la II edición de la Gran Recogida de alimentos. Una campaña que ha congregado a 1.200 voluntarios y de la que se espera obtener 200 toneladas de alimentos.
«El hambre no se ve» es muy cierto, lo sienten muy dentro los que no tienen para comer al día.
En esta época, aunque algo palpita mejor y menos brutal, hay demasiada necesidad todavía. La imagen que da la vuelta al mundo una vez más, es la de una anciana desahuciada de su vida… tantas familias ante la parsimonia de las leyes y quienes consienten. Y la gente se vuelca en las calles y vemos jóvenes que se ofrecen y nadie niega entonces que la juventud, no sólo no está echada a perder, sino que es el mayor de los activos.
Ante la crisis de valores que vivimos, la solidaridad devuelve levemente el ánimo al personal que muchas veces está por tirar la toalla y rendirse. Porque es en estas ocasiones cuando se entiende que la caridad no es dar de lo que a uno le sobra, sino dar y compartir de lo que se tiene.
Lo hace el Banco de Alimentos de Valladolid hoy y mañana, pero pueden acercarse ustedes al de su ciudad cualquier día del año con un kilo de pasta o de lentejas, que en éstas que vivimos, a buen seguro se comen, no se dejan.