Comprar Campofrío

No se trata de lanzar una OPA hostil sobre una empresa en dificultades, sino de asumir la responsabilidad solidaria que los españoles y, en especial, los castellano y leoneses tenemos para con las personas vinculadas directa o indirectamente con una firma que da de comer a tantas familias a orillas del Arlanzón. Cuando una desgracia así sacude la cotidianidad vital de nuestros congéneres, es normal que, siquiera momentáneamente, tratemos de ponernos en su piel. Es un mecanismo mental humano el de imaginar cómo nos afectarían las desgracias ajenas. Y es fácil en este caso sentir su misma desesperanza, su desazón, su desánimo, su desamparo y el desmoronamiento repentino de ese sueño sutil que es la vida. Es fácil suponer la inquietud de quienes un domingo cualquiera, de buena mañana, vieron arder, como en un pira, su tranquilidad, su futuro y la seguridad fantasmal de un trabajo estable.

Pero, al menos en esta ocasión, la agilidad demostrada tanto por la propia empresa, como por el Ayuntamiento, la Diputación burgalesa y la Junta de Castilla y León ha logrado que el impacto sobre los directamente afectados se atenuara significativamente. A ninguna de esas instituciones se le puede poner ni un pero en este sentido. Pero en circunstancias así quizá no valga con que empresa e instituciones arrimen el hombro. En momentos como éste y en estos tiempos en los que el populismo -tan de moda- debería ser no sólo una balsámica y artera solución política sino más bien una muestra tangible de solidaridad colectiva, somos los ciudadanos quienes tenemos la obligación de demostrar que nada de lo humano nos es ajeno. Todos y, sobre todo, los castellano y leoneses deberíamos anotar en nuestra lista de la compra, con proactiva voluntariedad, productos de esta marca. Porque es el momento de aportar nuestro granito de arena. El momento de comprar Campofrío.