no somos nadie

Entre jívaros y flojos

antonio piedra

Lo he dicho aquí más de una vez, y lo repito ahora que pintan bastos por toda la marca hispana: Juan Vicente Herrera no tiene hijos -reconocidos o de tapadillo, que se sepa-, ni tampoco sobrinos como si fueran hijos adoptivos. Una circunstancia al margen de la política que se nota en su gobernanza al frente de la Junta de Castilla y León. De entrada, demuestra que el burgalés ha hecho una elección que apreciaban mucho los clásicos en un hombre público: «aut líberi aut libri», es decir, o hijos o libros. Y de salida, se evita, y al tiempo nos sustrae al resto, los dolores de familia que señalaba Unamuno: «Pobre Miguel, tus hijos de silencio,/ aquellos en que diste tus entrañas».

Así que a la hora de acabar con los escándalos y con la corrupción que nos deja en pelotas a los ciudadanos, Herrera carece de las esclavitudes propias de la paternidad que ejerce con verdadera entrega cualquier padre que se precie. Al señor Resti -Restituto- de mi pueblo, que fue juez de paz, le encantaba hacer de caballo para sus nietos en secreto. Un día le pillé en plena faena de equitación y ni se inmutó: «espera, hijo, que doy la última vuelta a la cuadra y te atiendo enseguida». Como a Herrera nadie le ha pillado por ahora dando vueltas al catre o a la cuna con el ronzal puesto y encabritado, no le tiembla tampoco ni la voz ni el pulso a la hora de ajustar cuentas con los corruptos: «No basta con pedir perdón», hay que «excluir de la vida pública» a ladrones, «pillos y delincuentes».

Y dicho y hecho. Al día siguiente del escándalo de la operación Púnica, sus consejeros tuvieron que dar cuentas y aclarar que, en su gobierno, las empresas implicadas no incluían una caterva de ladrones, desfalcadores y chantajistas. Lo que hay, ahí está y sin dilación, pues no existe peor cosa que un razonamiento se pierda como una excusa en el tiempo: que cada sinvergüenza aguante su vela, viene a decir Herrera. No ha esperado como Rajoy a que la porquería llegue al pudridero de la indiferencia o que el engaño sistemático se cueza en la mojama de este Gobierno plagado de ineptitudes zapateriles, de flojos en salmuera, y de birladores genoveses a la arriola, ola, ola.

El resto, y me refiero en concreto a lo que, en nombre de la oposición socialista, exigió a Herrera ayer mismo el señor Tudanca en ABC -que se publiquen más expedientes en forma de gallinero, más, más, más-, es una soberana inocentada propia del Spanish Halloween. Y ello porque sólo los simples y rompesquinas en política -su partido en Castilla y León es una especie terrorífica plagada de expedientes equis- tienen la osadía de gritar, como un jívaro exaltado con coleta, a los que ahora están en horas bajas: no escupáis «parriba» como cerdos que nos ponéis igual que un cristo. Genial impostura. Menos expedientes, gran Tudanca, que con este gallo te la envainas.

Entre jívaros y flojos

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