corazón de león
El corazón de los políticos
Hace semanas comenzó el desfile de banqueros y «banquistas» de Caja España por los pasillos, que no alfombras, que conducen a la Justicia. Era una avanzadilla de lo que se avecina…Y en ésta que hoy concluye, el turno para comparecer ante el juez ha correspondido a los políticos, con el presidente de la Diputación de León a la cabeza, cabizbajo él. El PP leonés ha quedado tocado del ala y su gaviota lanza graznidos de pena y rabia. La Justicia (justicia lenta, pero justicia) que es ciega, ya no tiene miramientos, como ocurría antaño, con la delincuencia, venga de donde venga, sea de guante blanco o negro, sea de un partido u otro. En algo tan fundamental ha avanzado en los últimos años lo que ahora se llama Estado de Derecho, pese a lo mucho que queda por andar…
En este 2014 León ha sido noticia nacional por el asesinato de Isabel Carrasco, el «descubri miento» del Santo Grial y, ahora, el encarcelamiento del presidente de la Diputación. Malos tiempos para estas tierras, pues lo del Grial ha devenido en el cuento de un cuento para promocionar un libro, pese a que los turistas hagan cola para contemplar lo que nunca fue. Todo sea por el turismo, dicen los empresarios que han encontrado una veta de negocio con la venta de «cubatas» servidos en griales.
Cuando el asesinato de Carrasco, el personal se hacía fotos en el puente en el que fue tiroteada; luego, se dio a beber en griales y, ahora, visita con morbo el grandioso Palacio de los Guzmanes, sede de la Diputación de León y del despacho del recluso Marcos Martínez. Es lo que hay en una ciudad cuya excelsa catedral parece un decorado de cartón piedra; donde la pureza románica de la basílica de San Isidoro ha devenido en un tenderete que oferta el «souvenir» del Santo Grial. Malos tiempos, sí, para estas tierras antaño reconocidas por sus literatos, sus empresarios, sus artistas, su agricultura, su ganadería, su minería, su historia, sus ríos, su gastronomía… e incluso por las afamadas «cazurronería» y socarronería de sus gentes. Hoy, para desgracia de estas gentes, León es conocida como la punta de un iceberg de la corrupción política.
Si es tremendo que los familiares de los sanitarios que han salvado la vida de la mujer contagiada por el ébola no quieren, «de momento», acercarse a sus hijos o hermanos, no menos lo es que los ciudadanos de bien se lo piensen dos veces antes de dar la mano al político de turno. El virus de la corrupción también mata: ilusiones, confianzas, esperanzas… Y de poco valdrán las precipitadas legislaciones, pues, como dice el filósofo Javier Gomá, «la decencia no se puede imponer por ley, es una opción del corazón». Y en León también hay corazones alejados del bien y de la verdad, para pena de los políticos de bien.