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Coworking: la nueva forma de trabajar
Un espacio diáfano, moderno y en el que distribuir los gastos potenciando la relación entre las empresas presentes
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Como setas han ido brotando durante los últimos meses un gran número de nuevos espacios en los que compartir un lugar de trabajo con otras empresas con las ventajas de abaratar costes de alquiler, mantenimiento, instalaciones o equipamiento. La fiebre del coworking ha llegado a Castilla y León. Espacios diáfanos, con una estética minimalista y llena de mensajes positivos con los que incentivar a los «coworkers» que allí operan.
Esta novedosa forma de trabajo, inventanda allá por 1999, ha aprovechado el lastre de la crisis económica para instalarse de forma definitiva en la Comunidad. Así, más de 20 espacios de coworking o «cotrabajo» se encuentran activos en la actualidad en Castilla y León, un número muy inferior a los más de 100 que operan en las grandes urbes como Madrid o Barcelona. Una proliferación que muchos no han tardado en denominar «la burbuja del coworking», algo que los responsables de algunos de estos espacios en la región niegan. «Hay una burbuja a nivel nacional, pero en Castilla y León en absoluto, vamos muy retrasados en este tema», señala Javier Díez, gestor del centro «ARTyCO» de Salamanca.
Todos con el objetivo de aprovechar las sinergias que se generan en el interior de estas oficinas multidisciplinares en las que convivien arquitectos, abogados, diseñadores gráficos, fotógrafos, periodistas, informáticos y un largo etcétera. Además de propiciar la realización de actividades culturales que pongan en valor la zona y generen un poso de conocimiento y familiaridad entre los asistentes.
Javier Díez, de «ARTyCO», reconoce que en el centro conviven profesionales de distintos perfiles, entre los que destacan los relacionados con la comunicación y la informática. «Tenemos una ocupación del 70 por ciento con un coworking muy multidisciplinar», apunta. Díez señala que el proyecto de «ARTyCO» contempla la utilización de un edificio en el que desarrollar «muchos eventos culturales y formativos» para que los «cotrabajadores» residentes «compartan la misma filosofía». Respecto a la posibilidad de que la crisis haya propiciado el auge de esta forma de trabajo, Díez se muestra tajante y señala que, aunque ésta «ayude» a que la gente se «haya replanteado su situación», defiende que esta filosofía «es ya un modelo implantado en toda Europa».
En Burgos, Guillermo Ruiz gestiona el centro «La Colmena», un espacio que «busca ofrecer todo lo que cualquier profesional necesita para desarrollar su actividad, señala. Al igual que el resto de espacios de la Comunidad, la tecnología y la información son los ejes que vertebran las profesiones de los cotrabajadores de «La Colmena». «Intentamos que haya un poquito de todo, pero si que hay bastante gente relacionada con la informática, webmaster, creadores de aplicaciones, etcétera», reconoce Ruiz.
El gestor señala que el objetivo es dar un paso más y, aprovechando las sinergias que se despreden de compartir espacio de trabajo, ofrecer al cliente todos los servicios que necesite «como si fueramos una gran empresa que cubre todos los palos».
Un coworking «diferente»
En el centro de Soria se encuentra el espacio «El Hueco», gestionado por Daniel Hernández, quién lo define como un coworking «diferente». Esta iniciativa surge de una ONG de la ciudad que con la crisis decidió «poner en valor» los conocimientos adquirida. Hernández defiende este proyecto «sin ánimo de lucro» como un centro que busca fomentar el emprendimiento social, el ecoemprendimiento y el emprendimiento tecnológico. «Además del coworking buscamos fomentar el desarrollo de Soria, no es un alquiler de espacios sin más», apunta. También destaca que el principal objetivo con el trabajan en la actualidad los 35 «coworkers» de «El Hueco» reside en impulsar la «economía social» al mismo tiempo que implantan un «nucleo de emprendedores sociales». Así, Hernández añade que la mayoría de los que tienen fijado allí su puesto de trabajo «buscan resolver una necesidad social, ambiental o informática a través de una fórmula mercantil».
Desde León, Miguel Ángel, fundador de «Cel Working», destaca que la crisis económica ha potenciado esta «fabulosa alternativa» desde el punto de vista económico para aquellos que buscan un espacio de trabajo independiente. «Nuestra filosofía es la de impulsar las sinergias e interrelaciones entre los coworkers», señala.
Miguel Ángel apuesta por «cambiar la forma de pensar» de la gente y romper con el «tradicionalismo» de emplearse desde casa. «Un coworking nunca va a ser un negocio con el que acumular miles de euros, pero si es un trampolín para hacer otras cosas», añade. Además, defiende que en ciudades como León, el alquiler del espacio «es económico» y propicia la aparición de oportunidades para desarrollar estas iniciativas. Al igual que en el resto de coworkings, «CelWorking» lanza distintos concursos y proyectos con los que generar una comunidad. «Tenemos un concurso de ideas y de emprendimiento con el que potenciar que la gente pueda venir unirse a nuestro entorno», apunta.
Oficinas reconvertidas
Una de las principales quejas de estos «cotrabajadores» apunta hacia los «coworking» que no lo son. «Hay muchos centros de negocios reconvertidos a coworking, pero no tienen la filosfía ni las sinergías de un verdadero coworking», señala Guillermo Ruiz, que además apunta al «intrusismo» que existe por parte de las «administraciones públicas». Una denuncia que también comparte Miguel Ángel, que indica que con la crisis muchas empresas al ver mermados sus trabajadores, han decidido reutilizar esos espacios con el «nombre de coworking», pero «sin la filosofía propia».
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