viviendo en san borondón
¡Tumba Morales!
Es obvio que por la vía de los hechos, acepta la futura dependencia de Tenerife en este asunto, isla que tendrá más pronto que tarde su regasificadora
Hace unos días, probablemente bajo los efectos del calor sofocante, el presidente del Cabildo de Gran Canaria aseguraba que el futuro energético de la isla no lo condicionarían «cuatro mangantes de la política y las eléctricas». Estas ofensivas y poco corteses palabras, más aun pronunciadas por un político con capacidad de decisión sobre el asunto, tendrán diferentes interpretaciones, contrapuestas entre sí, según las parroquias ideológicas que las lean.
De entrada, la palabra mangante, según el DRAE, es el que manga o hurta y en tercera acepción también «sinvergüenza», persona despreciable sin oficio ni beneficio. Pero está en el ánimo popular, o el desanimo según se mire, que al aplicar la mangancia a los políticos la definición tercera no es aplicable, pues si bien no cabe duda de que pueden ser sinvergüenzas y despreciables, es más dudoso que no tengan por oficio vivir del presupuesto y sin beneficio.
Tal vez el exabrupto y el innegociable «no pasarán» hayan ido dirigidos al presidente, Fernando Clavijo, y al consejero del ramo del Gobierno de Canarias, Pedro Ortega, por no cerrarse en banda, como hace Morales, a la ya decidida implantación del gas en Tenerife, aunque algunos lo quieran ver dirigido a José Manuel Soria. Cual aviso a navegantes, el propio Clavijo afirma que la negativa de Antonio Morales al gas «puede ser una postura personal, no necesariamente institucional». Elegante y certero el presidente de Canarias.
Difícil papeleta tendrá Gran Canaria cuando quien está llamado a negociar los detalles de la implantación del gas afirma, en una misma frase, una cosa y la contraria: «Nunca nos cerraremos a dialogar, pero con nosotros que no cuenten para la introducción del gas en Gran Canaria», porque para Antonio Morales y por ende NC, «no es alternativa para esta tierra».
Dialogar sí, cambiar de postura, no. Es obvio que por la vía de los hechos, acepta la futura dependencia de Tenerife en este asunto, isla que tendrá más pronto que tarde su regasificadora, como ya tiene su refinería y no parece que por allá estén dispuestos a renunciar a sus beneficios. Habrá incluso quien crea que desde allá espolearán el numantismo de Morales para seguir siendo hegemónicos , también en el campo energético.
Si la oposición del presidente del Cabildo de Gran Canaria es por una convicción técnica, habría que recordarle dos cuestiones. La primera es que la generación eléctrica con ciclos combinados de gas natural tiene un alto rendimiento, con las menores emisiones de gases de efecto invernadero, que la convierten en la energía térmica de origen fósil más limpia hoy por hoy. Segundo, que hasta que se inventen sistemas eficientes, eficaces y económicos para almacenar energía de origen eólico o fotovoltaico, la seguridad de suministro de los sistemas eléctricos precisan el respaldo de centrales térmicas convencionales o nucleares.
El exabrupto inicial también iba dirigido, además de a los políticos que no son de su parecer, a las empresas eléctricas, que también son «mangantes». Es obvio entender por qué han de opinar los empresarios del sector en este asunto, en el que sí tienen oficio y lógico beneficio por sus inversiones privadas y sus riesgos. Pero es más difícil justificar imprecisas decisiones para cambiar el modelo energético, con el dinero de los demás , que hacen los políticos metidos a salvadores del planeta azul, no verde, cuando tienen acceso a los presupuestos. Por eso, a mi entender, habría que recordarle al presidente del Cabildo aquel grito tan popular de la vela latina «¡tumba Morales!», que por ahí vamos proa al marisco y perderemos la carrera y, lo que es peor para la ciudadanía, la cartera gastando sin tino en ventosas y soleadas subvenciones , siempre graciables para el concesionario favorecido por el político de turno.